Naturaleza defensiva
La defensa no cede ni al más mínimo corazón. No tengo otra forma de actuar. No acepto. Me molesta compartir la vida con base en penas. En la búsqueda moral para cerrar todo aquello que te pudo dañar. Vayan y lean. La vida de las personas tiene más azar que arenas. Somos la aleatoriedad de las plantas, de los colores, de las bocas. Me niego a negar-me. A poner mi existencia en un segundo lugar. Pudo -podría- ser de muy distintas maneras. Pero en las primeras noches se incrusta la esencia. Y en esas noches uno no decide por su vida. Más bien tiene dependencia. Aparece en circunstancias que no se esperan. De pronto tienes voz y signos que comunicar. Y por vez primera un lenguaje te hace discernir, te incorpora en dinámicas y formas que de puras no tienen nada. Que construyen sobre la naturaleza la necedad de salirse de ella. Como si no fuésemos animales, como si no fuéramos una parte más de algo no muy especial, que todos comparten.