Sutil como un beso
Sutiles como un beso. Suaves como no es posible serlo. Violentamente frágiles y tiernos. Dos que se buscan. Dos en medio de señales del universo. Crédulos e incrédulos. Portando la posibilidad de un sueño que produce algo de miedo.
Miedo que quieren enfrentar. Eso lo hace bello.
Francos como las palabras. Como los avisos y recomendaciones del corazón y el cuerpo. Como plantar de flores donde antes hubo cemento. Preparar al otro para la felicidad y el deseo. Informar de lo complejo, de lo difícil, de las oscuridades y tormentos. Palabras que se desprenden de la nobleza, del cuidado, del respeto.
Sutil como los ojos brillantes que transparentan los pensamientos. Corazas de ropas que resbalan de la piel, que portan el frío, el calor, pero no el encierro. Ojos pequeños que se abren con el corazón y los sentimientos. Que miran fijo, que demandan felicidad, pasión, apego.
Cómo no ha de ser hermoso. Heridos en el pasado. Errantes en el tiempo. Latidos imprevistos que de pronto pusieron en frente el mismo temor, las mismas locuras, un espacio común de encuentro. Bello, real, intenso.
Luego de tropiezos, las luces apagadas de una ciudad dejan ver las estrellas que iluminan un respiro mutuo naciendo, un destello que deja atrás las heridas, que crece con el viento, con el mar, mirando de frente a los ojos; o aprendiendo a hacerlo.