Sí, son días mágicos que deben perdurar. Son los mejores días en muchos años de existencia. Había olvidado la conexión emocional que el aroma de la piel puede provocar. Es la mejor forma de naturaleza. El estado de satisfacción vital. Estar enlazado, abrazado, con el corazón latiendo más de lo normal.
Así se había sentido todos estos meses, todas estas semanas. En el amor que se genera cuando alguien te gusta, te enternece, te calienta y te da rabia, todo de una sin poderlo evitar. Ahora que no estaba ella, podía pensarlo, repasarlo y conmensurar. ¿La quería? Mucho. ¿La respetaba? Sí, por completo. ¿La admiraba? A todo momento. ¿La amaba? Lo estaba haciendo. No temía asumirlo. ¿Estaba enamorado? Mucho, tal vez ‘hasta las patas’. Y lo mejor de todo, no le disgustaba estar así, hasta lo disfrutaba.
Una extraña sensación de amor incondicional lo poseía. Nunca ha sido un hombre infiel, pero esto era devoción. Al querer se aferraba y estaba aferrado a su presente. Siempre quiso en rigor una mujer hermosa que lo acompañara dentro de su alma, más allá de las miradas, más allá del sexo y las palabras. Ahora estaba con ella y no quería a nadie más. Quería ser leal de por vida a la única mujer que esperaba ver todos los días. Ahora no estaba solo, no se sentía solo. Confiaba, confiaba en él y en alguien más. Quizás para muchos algo normal, para él una odisea en la vida.
De ser un sueño, no iba despertar. Moriría por ella, lucharía hasta el final. De ser real, enfrentaría todos sus miedos, sus vergüenzas, sus batallas. Moriría por ella. Moriría así, con esa sensación de amor en el pecho, en el estómago, en la cabeza. Con los ojos de su leona enfrente de su rostro, diciendo que la vida sí puede ser real, que puede ser hermosa, que puede ser la que uno quiera. Que merecen ser felices, que son bellos y deben estar orgullosos de serlo. Que no más tristeza. Que todo es muy simple, como respirar profundo, como llorar, como reír, echar de menos, preocuparse por alguien, cuidar, servir, acariciar. Que no hay nada más lindo que despertar juntos una mañana.  

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