Violencia

Violento, violencia. Dónde están esos malditos que violentan. Violentos. Violentos que siembran pánico y temor eterno. Que dañan más de una generación, más de un beso o un abrazo o un amor. Violentos que destruyen vidas que no les pertenecen. Que de paso nos descargan su acción de desamor. Violentos que dejan miedo en personas no violentas. Personas hermosas que ven daño en cualquier movimiento, cualquier subida de voz.
Ser de arrebatos. Ser de carácter explosivo y difusa justificación. Ser de enojos. Ser que no perdona. Que asume el peor de sus rostros, la peor de sus iras, la maldad que brota genuina desde sangre desconocida. Ser de arrebatos, de molestias. Ser de mentiras.
Ser violento puedo ser, pero no sesgado por el dolor, la muerte, la pasión. Mi rostro refleja el rostro de los miedos de otros años. ¿Cómo lidiar con un daño que no he causado? ¿Cómo persistir en un corazón que no confía en mi interior? ¿Cómo sanar un par de cuerpos aprisionados? ¿Un par de cuerpos que de tanto en tanto asumen rabias del pasado?
No soy violento. Sí he golpeado, me he defendido. Claro, he luchado, claro, he golpeado por causa de mi respiración.

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