Ciclos abortados

Después de tantos abortos en la vida, uno queda herido ante la posibilidad de un nuevo hijo o hija. Sobrevienen los pasos en las escaleras de las clínicas. Los audios y televisores prendidos para ocultar el crimen de una vida más. Vienen al cuerpo los nervios que desprenden la certeza: sentirse una mierda, mal, triste, indignado por caer, por no ser un valiente más que cría a quienes engendra.
¿Cómo puedo abrazar a esa mujer si no estoy con ella? ¿Cómo alegrarme porque no estaba embarazada, porque solo fue un susto, una mala pasada, otro estado de salud que no la deja menstruar? Pero no un hijo o hija de mi persona. Con la ilusión que todo eso me hacía atesorar.
Tengo en el cuerpo heridas graves de batallas perdidas. Sangro cada vez que la vida da un ciclo más, cada vez que un estado me lleva a todos los errores que antes pude cometer. Tengo todos los círculos abiertos. Mi vida ha sido huir, escapar, abortar. Me detengo en la felicidad que no tengo, en las ilusiones que se han esfumado en cada nube que llego a mirar.
Llevo por dentro un karma de familia. El peso de haber abandonado todo aquello que me podía alegrar.
Aquí, solo, ahora sin nadie alrededor, te digo a ti leona extraterrestre (aunque nunca lo llegues a saber) que guardaba muy adentro la esperanza de que tu y yo hubiésemos tenido una hermosa familia…

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