El viaje del curso
Algo
borrachos, volados, bailando juntos, se abrazaron y besaron lentamente. Fue un
momento maravilloso, un ápice de emoción. La música suave, luces bajas, láser
de colores. Humo, sudor y una creciente pasión. Un poema de amor en tiempos
individuales. Una isla formada por volcanes entre la juerga adolescente que
repletó el lugar. No se soltaron más, nunca más. Estuvieron juntos todo el
tiempo besándose en distintos rincones. Conocieron su aliento, su olor, los
pliegues del cuerpo. Hacían planes mientras se reían de ellos mismos, no cabían
en la sorpresa, estaban enamorados, querían hacer el amor. Iban por cerveza,
marihuana y se apartaban de los demás. Fue una gran noche, una de esas soñadas,
difíciles de olvidar. Sus rostros dibujaban una sonrisa involuntaria y mucho
brillo en los ojos. Al irse disfrutaban del bullying grupal del resto de
compañeros, no esperaban siquiera que entendieran su naciente amor. Iban todos
caminando, pero se sentían ellos solos. De vuelta en el hotel se despidieron
con impotencia. El profesor, antes de dormir, revisó las piezas.