Sin suelo


Con un arma clavada en el cuello. Vieron en sus ojos como se iba de a poco. Lo miraron directo. Escupieron su ojo izquierdo y clavaron ahí nuevamente el escalpelo. Así partió. Nunca más fue lo mismo. Algo pagó. Algo había hecho. Murió visto de cerca contemplando la poesía de los ojos de su ejecutor. La última imagen antes de su encierro. Pupilas, agujeros negros. Por un rato fue pavor, vino el placer, luego el destierro. Nunca se sintió tan placentero.  

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