En lo concreto
Si he de ser
concreto, se trata de la incomodidad, de nunca estar pleno, de contemplar de
cerca para luego hacer una distancia o un cerco.
Estando en
lugares con la mirada en algo más.
Sin construir
nada, sin mezclar ni entrelazar.
Siendo a veces
en un azar de circunstancias y en otras observando a lo lejos.
Nunca en
jardines, plazas o con personas de verdad.
Si he de ser
concreto, se trata de no entender, de no saber nada o muy poco, de siempre
estar detrás, tardío o en desconocimiento.
De haber sido
pobre, sin reparos o educación. De haber pensado todo desde la vergüenza o la
incertidumbre, desde la esperanza humilde de la exclusión social.
Desde una vida
que me carga, que me afrenta, que me enseña cada día que no soy quien desearía.
Que pertenezco
a las esquinas, a los arriendos, a lo cambios de espacio y las instancias para
divagar.
En lo
concreto, se trata de ser a medias.
De tener solo
aperturas.
Ningún círculo
en plena armonía o sin algo que arreglar.
Se trata de no
haber logrado nada.
De ser siempre
raro, esquivo, denso o enigmático.
De estar solo
y de querer estarlo.
De haberme
retirado.
De estar en
mala con la vida y creer que puedo señalárselo.
De algo así se
trata.
De la
distancia patética o la certera locura solapada.
De vivir como
artista sin serlo, de ser un escritor sin creerlo.
De querer y
querer y no salir de eso.
Se trata en lo
concreto de incapacidad, de pereza, de falta de ingenio.
De falta de
fuerzas y latidos honestos.
De ocultar la
vida, las emociones, los silencios.
De creer que
viniste a algo especial, pero nunca conocerlo.