El mismo, sin recuerdos
Y ahora lo
hago sin haber fumado en largo tiempo.
Yo, que soy un
marihuanero, no he tenido problemas con no serlo.
Aquí solo cae
lluvia.
A veces hay
algo de sol.
Yo, que vengo
del mar y el sol, ahora me rodeo de frío y viento.
Y sí, estoy
más solo que el desierto.
Asumo estar
lejos de nada.
Aquí la gente
no habla.
Yo no lo hacía
de donde vengo.
Entonces no me
quejo.
Aguanto las
penas para escribirlas antes de quedar ciego.
A veces soy un
hombre de valor.
A veces sigo
siendo un niño pequeño.
Sigo avanzando
en años y aún no descubro el mentado crecimiento.
Me niego a
madurar, a envejecer, a consolidar.
Sigo siendo el
mismo de aquel que tengo recuerdos.
Pero extraño
su sonrisa, su piel, su pelo.
Extraño la
suavidad de sus manos y su cuerpo.
La extraño a
ella que veo en mis sueños.
Ella que no
tiene rostro, tiempo o deceso.
Sufro la
envidia de mi madre, el arrepentimiento de mi viejo.
Tengo la
admiración de mi hija y persigo con rabia sus deseos.
Tengo más
descendencia de que la quiero, de la que he planeado, de la que puedo.
Sin un soporte
completo, a veces descubro símbolos que no tolero.
Soy uno que
escribe sin remedio, que lo hace con o sin método.
Aquí las
personas gritan y huelen mal.
Y yo sigo con
ascos y recelos.
No he fumado
en un tiempo y no lo echo de menos.
No sé qué hago
aquí, pero me encuentro lejos.
Estoy tal cual
he querido, voy perdiendo el miedo.
Sigo mirando
por las ventanas de los trenes.
Sigo mirando
paisajes como si hubiera vida tras ellos.