Santander


Simplemente, no hay como el mar, como las olas, como surfear.
Una vez que estás en ciudades mediterráneas por mucho tiempo, no ves el mar y solo ves ríos y lagos, y de pronto nuevamente te encuentras con la costa, con la playa, con las olas, con la arena, con las rocas… El alma vuelve a vibrar. Es volver a nacer.
Uno que ha sido toda la vida del mar, aquí se siente en casa.
No hay como trotar en la playa, no hay como hacer deporte en la playa, no hay como meterse al mar y surfear, bajar olas, sentir el agua en la cara, las manos y los pies helados, la cabeza fría, hundirse, salir a la superficie y respirar.
Las olas revientan, chocan en las rocas y se esparce el rocío del agua en el aire. Se va desde la orilla de la playa y se adentra a lo que sea que esté más allá, en este caso, acá en Santander, una ciudad. Y el aire se ve más lindo, se ve más limpio. Con el brillo de las luces de la ciudad todo se ve mejor. La gente está más contenta, las mujeres son más hermosas, hay mejores aromas, da más hambre.
No hay como estar en el mar. Es lo más hermoso que te puede llegar a pasar.
Yo quisiera siempre estar al lado del mar. Vivir en la costa.
Soy un Chango, un hombre de mar, un hombre que se acostumbró a respirar aire de costa, a mirar al horizonte, ver barcos más allá, ver pasar aviones, ver la luna, ver el sol esconderse, ver colores, ver aves volar.
Hoy estoy feliz porque retorno al mar, porque veo que aquí el amor fluye, porque veo que aquí se es más libre, se es más grande. Uno estira el pecho, infla los pulmones, estira la cara, sonríe a la vida. Dan ganas de gritar, dan ganas de llorar, dan ganas de decir que uno es libre, que uno puede hacer cualquier cosa, que –como dijo un deportista- no hay nada imposible, ni una weá.
El mar la lleva. Lo más lindo que me pudo suceder en la vida. Haber nacido en la costa, ser del norte de Chile, ser de Arica, ser de Iquique, ser de la playa, ser de las olas. Es el único lugar donde mis ojos brillan, donde no se rompen mis labios, donde no se rompe mi nariz, donde no sufre mi cabeza.
Siempre voy a estar en el mar. Siempre voy a vivir sobre las olas. Me voy a morir mirando el mar. Voy a ser libre. Voy a tener legado. Voy a ser inmortal mirando el mar, por siempre el mar.
Hermoso Santander. Hace rato que no me sentía como en mi casa.
‘Gracias’. Escrito está en la arena…

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