Sin muerte
Una vida aburrida, muerta, sin amor, redundante aun cuando verdad. Así es una vida sin una mujer. He de hablarlo. Me pregunto cómo llegué aquí, cómo pude elegir así, cómo hacer para salir de aquí, cómo ir atrás, saltar o detenerme. Así es la vida sin una mujer. La peor estancia de soledad. Un balcón pálido desde donde ver la ciudad. Un desierto en silencio, un sol sobre las nubes, sin atardecer, sin iluminar.
Extraño el amor, su amor, estar enamorado, amar al amanecer, despertar amando y llamar al rato. Algo así ahora que es extraño, que la extraño, ahora que es lejano, ahora que lo sé, que es inhóspito, tardío, ahora que es real, que de nuevo duele la garganta, brillan los ojos, se mueven las mejillas. Ahora que recuerdo y no se puede obviar.
Dónde está entonces esa vida de dos que tan normal aparecía ¿Dos, tres, cuatro? Dónde está la lealtad, la fidelidad, el cuidado de otra persona. Dónde está ese orgullo de no tener nada que perdonar. Dónde están los planes, las rabias, deseos, las ganas de comprenderse. Dónde están sus aromas y sus colores, sus ojos directos, su saliva, el temblor de su cuerpo. Dónde estás que parece tan lejos, tan esquiva y distante, tan especialmente lejana, tan tierna y anormal.
Siempre es duro conocerse, saber que al final eres un herido más. Nada nuevo, pero creo así no sigo, me debo al menos un vuelo más, luego sueños y promesas sin retorno. Esas que tanto dije, que nunca fueron realidad. Quiero salir y mirar por la ventana, ver tu rostro hermoso en una mañana cálida que nos aguarda para entrar en el agua. Bajar otra vez la luna y apuntar a que todo ojalá sea verdad, a que esto va en serio, que por favor pueda perdurar, que pueda caminar sobre jardines, ir de la mano, sentarnos en una banca, platicar, mirar a lo lejos.
Algo ha de pasar. ¿Cuándo fue que dejé de soñar? ¿Cuándo fue que perdí como las batallas contras las pastillas? ¿Dónde estás ahora? ¿Dónde estoy? ¿Será que veo algo de luz arriba, que no todo es oscuridad? Algo ha de pasar, para bien o para mal, para amar o admirar, para pedir disculpas al cielo o ir por lo olvidado en el infierno. Algo ha de pasar, pero hemos de tener tiempo, no tanto la verdad, pero claro y concreto. Habrá que hacer la cama, cambiar de ropas, limpiar muebles, levantarse ducharse, desayunar, verse en el espejo y sonreír, cocinar proyectando y con esperanza. Habrá que ganar por estar vivo, por aguantar tanto tiempo bajo el mar, por nadar sin parar y respirar fuerte. Sin muerte, con vida. Con sueños urbanos y un espíritu valiente. Como viviendo y triunfar y triunfar fuese amar a quien quieres.
Sí, me faltan noches. Sí, me faltan avenidas iluminadas y música por escuchar. Sí, me falta un hogar y una familia, árboles y plantas. Sí, quiero aprender, no me quiero negar. Me niego a caer y hacer de esto un tránsito terminal. Espontaneidad solapada de sutil inteligencia es mi entrada. Una pizca de seriedad para ocultar la tristeza. La mejor disposición, los mejores deseos. Miradas tiernas y lascivas, miradas hacia atrás, calle abajo, tras las puertas o solos en la carretera. Sin poder creer que, por ejemplo, mirar una serie te lleve a cuestionar la realidad. Me pregunto, si todos ellos se aman, si todo ellos aman, ¿por qué yo no he de amar? ¿Por qué no estoy contigo ahora planeando la próxima etapa de nuestras vidas?
Sin muerte, solo con la verdad. Sin mentiras, sin migajas, sin pequeñeces. Una horda de franqueza natural. Palabras precisas, sarcásticas y raras. Palabras honestas, más sentidas que pensadas. Cierta simpleza y displicente transparencia. Hablar con la verdad, decir con asertividad y pertinencia. Hablar como las auroras, como el alba o el color violeta antes del final del día. Relucir a fin de cuentas, irradiar, brillar. Así como las noches estrelladas. Así como la luz sobre la arena cuando sales a trotar.
Cómo extraño ser una persona que ama. Nunca me pude acostumbrar. Luego de caer me dolía el estómago y no sentía la espalda. Estaba como en envuelto en inseguridad. De pronto todos pasaban por el lado, de pronto alguna niña hermosa volteaba a mirar. De pronto yo saboteaba las cosas, rompía la magia, salía a destrozar todo lo que no entendía. Y así me quedaba luego tragando un llanto que cada cierto tiempo volvía. Siempre es duro conocerse, saber que al final eres un herido más.
Vida, sí, busco vida. Busco una forma de volver a estar, andar entre, importar, dar problemas o seguridad. Busco algo más que solo una jaula o una maldita metáfora de la infancia. ¡Busco vida gente, vida! Vida y naturaleza, vida y sonrisas plenas, vida y mi vida en ella. ¿Dónde estás? Si tan solo me dieses la oportunidad de explicar, de expresar mi arrepentimiento, de volverme a parar. Quiero aire en el rostro, caminar con música de fondo, abrir las manos, oír el corazón. Tengo que decir lo que me pasa, pedir disculpas, llamar y aclarar. Abrir la boca y hablar. Hacerlo con simpleza y displicente transparencia. Decir la verdad. Esto es oficial, estoy sufriendo, temo estar solo, mi vida es un enredo.