Lo peor


Patético. El hueón se enrolló en dos días y creyó que la había hecho con dos minas. Una de ellas le gustaba hace tiempo. Hubieras visto su rostro, cómo se demacró, cómo bajó su estatus. Loser total. Perdió, sin duda. Fue la perfecta forma de echar a perder una cita.

Recordó a su amiga cuando caminaban en la playa: 'los minos siempre la cagan’. 

Los whatsapp subieron la expectativa, pero este hueón no cumplió. Sacó un carrete brujo en el depa de la Cata y se le ocurrió poner un corto añejo de Fuguet. Esa hueá de las Hormigas. Abrió con eso adelantando que era un corto que formaba parte de una película y, por tanto, había que ver ambas. Panorama ideal, debe haber pensado. Antes de terminar el corto ya todos tenían sueño. La mirada de Gaby fue de fábula. Algo así como ‘qué hueá más penca’. 

Se le vino el mundo abajo. Creyó perder el alma, saliva y el hambre. Se chupó entero y se fue pa’ dentro. Cuático. Desapareció entre la sombra. No se le oyó. Trató de pasar el bache comiendo sushi y no podía tragarlo. La Cata, a quien debía impresionar, le dio la espalda, le cargó, le hizo un par de preguntas y no lo pescó más. Miró a su amiga como preguntándose qué había pasado, dónde se había ido el hueón conectado.

Abundó el frío en ese departamento. 

Se oyó decir a alguien, ‘qué incómoda la hueá’. 

Él miraba para todos lados. Como que se iba a morir. 

Lo peor fue que el hueón cachó que la había cagado, pero no pudo arreglarlo. Después del corto atinó a decir que no era un buen momento para el cine, así que mejor no vieran la película. 

Lo quedaron mirando. 

Al rato la Cata le preguntaba de qué trataba la película y qué tenía que ver con el corto. Estaban bailando reggaetón. 

Trató de explicarse lo mejor que pudo. La película era mejor, dijo ella (obvio). Teníamos que haber empezado por ahí. 

¡Cómo me hací esto! Dijo Gaby. Tenís que reivindicarte hueón, repetía. Ya, sácate un paso por lo menos. 

Pero este hueón yacía incrustado en el sillón. Atónito. Viendo su vida pasar sin poder alcanzarla. Ya no tenía aura. Como que había dejado su cuerpo. Entró en una caverna y la noche quedó atrapada en ella. Mal. 

Lo que pudo durar toda una vida se esfumó en cosa de minutos. Así como rápido creció la esperanza, rápido cayó la pasión. Nunca más sería el mismo.

Un par de horas más tarde caminaba solo en la playa. Había toque de queda. Se fue por la orilla para pasar más piola. No podía cerrar los ojos. No tenía explicación. Era como si le hubieran pegado, como si no se le hubiese parado. 

Un fiasco. Tremendo pagón.  

Entradas populares de este blog

Mirada

Reseña de libro

Giros

Abs

Los sentimientos