Entereza

Aquello de la justicia, no la reglamentaria, sino la personal. ¿Qué es lo justo? ¿Vale sufrir porque alguna vez has hecho sufrir? ¿Vale callarse porque antes has hablado demasiado? ¿Qué es lo correcto, ser un mártir o victimario? ¿Qué corresponde, dejar que te agredan o agredir de vuelta? ¿Cuándo será que uno deja de defenderse de los demás? 

Equilibrio, tal vez de eso se trata. Seguridad de sí mismo, sí claro, eso no puede faltar. Autoestima, autovaloración, amarse a sí mismo y no tranzar. ¿Y qué será de la compasión, de la comprensión, aquello de ponerse en el lugar del otro?

¿Cómo pueden ser tan fugaces las palabras? ¿Cómo es que no importa entregarse, decir lo que uno siente, amar? ¿Es que acaso todo existe solo en el momento en que se hace y luego en cualquier momento se puede terminar?

Recuerdo caminar por un paseo peatonal. Calles vacías por la pandemia. Un momento de intimidad, de compañía, de genuina relación. De pronto palabras intensas, revelar secretos y decir la verdad. Ojos brillando, la mirada fija en el otro. Relatar atrocidades y confiar. Enamorarse, hacer de la otra persona un ser especial. Prometer y comprometerse. Hacer de un viaje un instante trascendental.

Hace mucho tiempo que no hablaba con nudos en la garganta. Hace mucho no entregaba mi verdad, mi vida y mi corazón a otra persona. Sentí ser especial. Sentí que hacía de ella alguien especial. Y fue maravilloso. De pronto ya no estaba solo. De pronto tenía alguien a mi lado. De pronto toda una historia tenía sentido y legitimidad. 

Y sí, escuché con atención. Atendí a las palabras y los sentimientos. Me había jugado, lo estaba haciendo. Había ido, nuevamente, en busca de mi amor. Y ahí estaba, frente a mi, bella y entusiasmada. Hablaba de todo, sus hijas, sus parejas, sus padres, sus amigos, la frialdad de sus relaciones y su incesante búsqueda de algo real. Y de pronto eso éramos el uno para el otro, una historia bonita, extensa, real y duradera.

Pero claro, la distancia, la forma de ser, los recursos, la capacidad de demostrar. Aquello de no decir tanto para no romper algo tan importante. Todo pasó de real y hermoso a una etapa inentendible. El amor de mi vida no lo era. El amor de su vida yo no lo era. ¿Qué fue entonces? ¿Acaso solo vivimos de ilusiones pasajeras? ¿El amor solo existe cuando lo tienes en frente? ¿Qué pasa entonces cuando no estás, cuando viajas, cuando debes estudiar, cuando hay que esperar, cuando se necesita tiempo para construir y para estabilizar? 

No había prisa porque se supone que era para siempre. Había que edificar lentamente para no defraudar, para hacerlo bien aunque sea una vez en la vida. Me sentía feliz, lo era, lo estaba. Por fin alguien que entendía a una persona desconfiada, a quien temía porque había perdido mucho en la vida. Por fin tenía referencia, a alguien que no le importara cómo yo era, cómo soy. Por única vez tenía conmigo una fábula original, una novela solo fundada en el amor. No había planes, ni dinero, ni propiedades, ni pertenencias, solo el amor que todo trascendía, que no dependía de tiempo ni de lugar.

Pero no. No todas las personas son realmente extrañas o diferentes. No todos dejan con honestidad el sistema, no todos están por sobre estereotipos, modelos y formas acostumbradas. ¿Cómo es que tu mejor relación dura menos que las nefastas? ¿Cómo es que el más grande amor no es tal porque no se parece a nada que exista? Al final, parece, respondemos a nuestra infancia. De pequeño siempre supe que no sería igual a los demás. Y cuando encontré a alguien que lo entendía y que por eso le gustaba, me desechó porque, en realidad, no era lo que esperaba. 

No cualquiera es inteligente, no todos son valientes en realidad. De tanto cuestionar terminé siendo honesto. De tanto buscar alternativas terminé excluido de lo normal. Quedé aislado, pero auténtico. Solo, pero genuino, real. No soy un molde y menos una adaptación. No busco ser aceptado. Soy algo más, mucho más. 

De todo esto me di cuenta de algunas cosas: sí sirvo para amar, puedo decir la verdad y puedo mirar desde lejos a quien me saca de su vida.

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