Actualidad

Y así, sobreviviendo. Siendo uno más de la generación entre pandemias, entre vacunas, entre teorías de conspiración. 

Es difícil describir el estado actual del mundo, mi estado actual. La incertidumbre lo define, pero no sé qué más decir. Hay una sensación de final, de desenlace, de término de una era. 

A la vez hay ganas de mejorar, de ser feliz, de tener una vida plena. Uno quiere estar bien. Uno quiere estar sano, fuerte, lúcido y estable. Pero cómo tener todo eso ahora. Justo ahora que algunos mueren, otros migran, otros buscan trabajo, otros quieren quemarlo todo. 

Cómo estar seguro de la historia construida, cómo no sentirse parte de una mentira capital. Me pregunto.

Surgen explicaciones de las más variadas. Que la pandemia es en realidad una guerra biológica, que el virus nunca salió de un murciélago, que alguien lo elaboró, lo soltó y lo propagó.

¿Quién ha respondido o pagado por todo este horror? Nadie. Ni un país, ni una persona, ni una institución. 

Parece que lo poderosos del mundo han desatado un estado de crisis sin precedentes, pero como ha pasado siempre, solo nos enteraremos de eso años más tarde con alguna desclasificación de archivos confidenciales. 

Qué está pasando ahora. No lo sé. Nadie sabe, al parecer. 

Si alguien lo sabe, por favor alumbre. 

No sé si seguir trabajando, si seguir comprando en supermercados, si abrir una cuenta en el banco, si dedicarme a las criptomonedas, si establecer una revolución, si asumir una religión, si integrarme (venderme o arrendarme) al sistema, si plantar mi propia comida, si arrancar a zonas rurales, si apegarme a la idea de que vienen los alienígenas o a la segunda pasada de dios por la tierra. 

Hay algo relativamente seguro. Todo es mentira, todo. Las fake news no son nuevas, solo que ahora son masivas. 

La manipulación perdió todo pudor. Facebook, Amazon y Google venden nuestros datos. Nos sentimos populares y somos cada vez más esclavos. 

Quienes tienen dinero no tienen miedo, pero deberían tenerlo. Esto es el riesgo, y el riesgo es igual para todos, no distingue raza, clase o educación. 

Los pobres estamos asumidos. Tratamos de sonreír de igual manera. No dejamos de soñar, de alimentar la esperanza de un mundo mejor que objetivamente nunca llegará, porque no ha sido de esa manera.

Por favor, argumente…

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