Condición humana


¿Cómo es posible que nazcas nuevo, sano, puro y sin conocimientos, solo para tener que vivir soltando, deshaciéndote de todo lo mal aprendido? No entiendo.

Nos dicen que no debemos mentir, pero todo el mundo miente. La historia se construye así. La verdad viene del poder, no de los hechos, no de las acciones.

Nos dicen que hay que ser honestos, pero nadie lo es realmente. Todos conocemos trampas, atajos, arreglos. Acuerdos entre paredes, cigarros, alcohol.

Mis padres se asustaron cuando hablé de corrupción a los once años. Enmudecieron cuando pregunté por la violación. No supieron explicar, se incomodaron.

En aquellas calles de tierra, las angostas, muchos preferían ocultarse y callar. No querían que el mundo supiera de su existencia, de las precarias formas de convivencia.

Cada quien se avergonzaba más. Todos éramos de ahí y nadie quería serlo. No teníamos planes ni objetivos. La idea era seguir viviendo. La felicidad era reír. La regla, ser violento.

Todo tenía significado. Un color, una marca, un auto, el recorrido de la micro. La voz, los ojos, el movimiento de las manos. Nada era tranquilo. Nadie estaba en su lugar. Habíamos nacido para irnos, para darnos cuenta de que todo andaba mal.

El individuo no es nada sin el entorno. Eso que no decide, que no conoce, por lo cual no optó. Somos polvo de estrellas y de tierra, seres extraños y complejos. Organismos respirando y durmiendo.

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