Reseña musical: Venus orbita y enciende


¿Quién dice que las redes sociales son malas?

Hoy me llegó, por WhatsApp, un regalo hermoso: un adelanto de Venus, la banda tarapaqueña. No son las redes las malas, sino el mal uso que alguien les pueda dar. Felizmente, existen personas que, con cualquier tecnología, en cualquier época, se las arreglan para crear y compartir algo lindo.

Es un honor recibir esta primicia. Escuchar antes que otros una nueva producción de Venus es un privilegio. Es una ventana a lo que se está gestando en la escena local. Sublime. Me encanta. 

El demo sorprende. Sonido claro, preciso, técnicamente bien trabajado, con cambios y pausas certeras. Variaciones en un espiral melódico que no se detiene: acelera, respira, vuelve a correr con toda su fuerza. Una canción que trota, se contiene y, de pronto, estalla.

El estilo es entre rockero y pop urbano, algo muy actual. Arranca con una intro que recuerda a Cerati, pero pronto deriva en un rock intenso, directo, declarativo. La banda muestra actitud, habilidad y confianza, como si llevara años de trayectoria. Suena profesional, sólida, convincente. Funciona, además, como carta de presentación.

La letra es un hallazgo: enigmática, profunda, con un aire literario y poético. Es ruda y desafiante, con convicción y personalidad. Evoca imágenes potentes. Mientras la escuchaba, imaginé a una mujer gritando hacia dentro, caminando rápido por una costanera poco iluminada, chaqueta oscura, manos en los bolsillos. Una presencia magnética que atrae e intimida al mismo tiempo. Es la fuerza del tema: la capacidad de traducirse en una escena viva, cinematográfica.

Venus hace honor a su nombre. Como el planeta, no se detiene: brilla, atrae y deja rastros en su órbita. Toca, canta, compone; crea paisajes que cautivan a quienes los escuchan. Es un núcleo creativo que disfruta lo que hace y produce a gran nivel.

Ahí está el misterio de Venus: logra sonar como si ya fueran grandes, pero con la frescura de lo que nace en medio de la playa, el desierto y el sol. Me intriga. ¿Por qué es tan grato escucharlos? ¿Es acaso el destino –el nuestro, el mío– buscar sus huellas?

Venus, al parecer, no tiene fronteras claras. No tiene límites.