Ejercicio: trilogía en espiral


Ascenso

Extraño optimismo.
Eterna base de nostalgia.
Confianza plena, seguridad entrenada.
Un buen momento.
La curva favorable del espiral, ascendente —de alguna manera. Da igual. Algo se ha venido gestando.
He ironizado con la experiencia y la edad. También con el deporte, el amor, el estilo de vida. Cuesta explicarlo. Cuando aparece un problema, surge otro enfoque, otra forma de abordarlo.
Es como si portara certezas.
Un par de principios que conceden tranquilidad.
He aprendido a leer mejor la realidad: la mía y la del entorno.
Me sobreviene, entonces, una actitud franca y verdadera.

Descenso

Pesimismo familiar.
Efímera raíz del olvido.
Desconfianza plena, inseguridad improvisada.
Un mal instante.
La curva desfavorable del espiral, descendente —inevitable, de algún modo. Importa demasiado. Algo se ha ido deshaciendo.
He solemnizado la inexperiencia y la juventud. También la inercia, el desamor, la carencia de estilo. Fácil de malinterpretar. Cuando se esfuma un problema, regresa la confusión, la misma forma errada de encararlo.
Es como si cargara dudas.
Un par de temores que desgastan la calma.
He desaprendido a leer la realidad: la mía y la ajena.
Me domina, entonces, una actitud falsa y engañosa.

Umbral

Moderado ánimo.
Fondo persistente de memoria.
Cierta confianza, cierta duda.
Un momento común.
La curva variable del espiral, a veces ascendente, a veces en descenso. Importa, aunque no en exceso. Algo se ha estado transformando.
He considerado la experiencia y el paso del tiempo. También la rutina, las relaciones, el modo de vivir. Difícil de precisar. Cuando aparece un problema, se ensayan distintas formas de encararlo, unas más certeras que otras.
Es como si llevara convicciones mezcladas con vacilaciones.
Un par de ideas que dan calma, pero también inquietud.
He intentado leer la realidad con más atención: la propia y la que me rodea.
Me acompaña, al final, una actitud simple y sincera.