Ceño de pasión


Ceño que devela pasión, amor, concentración.
Virtudes que la hacen hermosa. Bella genética heredada.

Rostro que refleja carácter, determinación, apuesta por la vida —por el amor de una hija, por una familia amplia que define su existencia.

Ceño que surge en la música, en el canto, en la profesión, en la seriedad de cada paso y de cada decisión.
Un gesto que impacta, mata, prende y quema.
Que lleva a quererlo cerca, de noche y de día.

Una especie de leona: mujer alta, espléndida, maravillosa.
Frontgirl, madre y letrada. Diva del canto y de la maternidad.
Célebre fémina encantadora. Frontal, alegre, cautivadora.

Yo solo puedo apreciar, admirar, respetar, querer, desear.
Ser parte de una historia que no es mía, pero que me interesa;
que me comprometo a conocer, cuidar y depurar.

La pienso, la extraño, la veo.
Camina conmigo desde hace un tiempo.
No quiero soltar su mano, ni su mente ni su corazón.
Quiero, más bien, desnudar sus sueños y aportar a cumplirlos.
Apretar su espalda y mojar su pelo.
Entrelazarme en besos eternos, caricias, llamadas y mensajes de texto.

Me identifica su arte y su representación.
Soy, en ella, algo mejor: un hombre valiente, optimista y dispuesto.
Una extraña alegría que me embriaga desde la primera vista,
desde los dos primeros —y torpes— saludos,
desde el primer beso.

Ceño que, frente a mí, se entrega al viento,
con un amor que tensiona y desafía,
que fluye, que se construye en el tiempo.