Sueños


Qué hay con los sueños. No tengo una relación clara con ellos. Sé que se cumplen, aunque no como uno espera. 

Nunca he tenido sueños tan explícitos. Nunca he dicho, por ejemplo, “este es mi sueño”. Tampoco he perseguido una gran meta o un objetivo lejano a quien soy. Soy lo que siempre he querido ser: lo que hago cada día, aquí donde estoy. Me gusta cómo está todo ahora, aunque no es algo que haya planeado o buscando con persistencia. Simplemente ocurrió, y tampoco me pareció tan difícil. 

Diría que tengo esperanzas, no sueños.

Por otro lado, tengo un problema con los sueños: con soñar de noche, o de día, cuando duermo. No me gusta, la verdad. Nunca ha sido agradable para mí soñar. Desde pequeño tuve pesadillas, sueños vívidos e impactantes que siempre me despertaban en medio de la noche. Recuerdo que despertaba asustado, de golpe, llamando a mi papá, que siempre venía a cuidarme y ayudarme a dormir. 

Ya de joven y adulto, aprendí a apagar mis sueños para dormir mejor: hacía mucho deporte o fumaba weed antes de acostarme. Eso me permitía dormir tranquilo, sin sobresaltos ni despertares abruptos. 

Cada vez que soñé, desperté triste en la mañana. Cada vez que no soñé, desperté mucho mejor. No entiendo del todo esto. Creo que nadie habla mal de los sueños, pero soy honesto: no disfruto tenerlos.