Historia sísmica

Abrió sus ojos oyendo gritos. Miró y en frente su madre con medio sostén puesto trataba histéricamente de levantarlo. Fue el peor despertar a solo dos horas de haberse acostado. La pieza estaba oscura. Tenía a su mamá encima. Mal.

¾¿Qué pasa…?

¾¡Jano! ¡Jano! ¡Jano! Levántate huevón, levántate. Levántate huevón, despierta que se sale el mar…

¾Córtala…

¾¡Levántate! Toma, ponte esto. Toma, apúrate, ponte esto. Levántate huevón, ¿te querís morir? ¡Levántate mierda, levántate!

¾Pero qué pasa, ¿por qué?

¾¡Se sale el mar huevón, se está saliendo el mar! Hay que arrancar. Ponte la ropa huevón, apúrate…

Lo primero que atinó fue a ver la teta de su mamá que se salía del sostén mal puesto. Aquello le dio risa y enfureció aún más a la señora. Ésta no paraba de gritar. Movía sus manos y gritaba. Trataba de arroparlo, pero le entorpecía levantarse de la cama.

¾Chucha. Son las dos de la mañana pu’…

¾¡APÚRATE CONCHA DE TU MADRE!

Y se apuró…

Mientras, su padre salía a la calle a confirmar lo que sucedía. Y al parecer era verdad. Frente a la puerta podía ver el cerro plagado de luces de autos y linternas. Nos avisaron tarde –fue lo primero que pensó. Entonces abrió la reja y echó andar el furgón. Sacó un bolso mientras calentaba el auto. Limpió la chapa de la reja. Sacaba la tierra con una llave…

¾¡Apúrate po’ huevón! ¡Cómo se te ocurre ponerte a limpiar esa huevada ahora por la mierda!

Los tres subieron al furgón y miraron para ver si quedaba alguien en el pasaje. De pronto fueron abordados por las vecinas. La Pauli con su mamá y su hija, la Pauli chica, se subieron al auto con todo y equipaje. Hasta un cajón con ropa llevaban. No dijeron nada. Se sentaron y se pusieron a llorar. Estaban tiritando.

Partieron rumbo al este. En una esquina vieron una anciana que no arrancó y se quedó en su casa mirando por la ventana. Pobre vieja, va morir sola –dijo el papá. Luego los miró a todos…

¾¡Si nos agarra el mar nos abrazamos todos no más!

En ese momento sintió que se orinaba. Nunca le perdonó esa frase a su papá. Treinta años después aún se la recuerda cuando tiene rabia.

Ese día hubo terremoto en la mañana. A mediodía en realidad. Durante la tarde hubo réplicas y en la noche después de las 01:30 dieron alarma de tsunami. Habían sido unos pescadores que vieron recogerse el mar, la mar. Ellos avisaron a Carabineros.

Llegaron en el furgón hasta la línea del tren, en las faldas del cerro Chuño. Había mucha gente arriba, camionetas y carpas. La gente gritaba nombres de personas. No había luz. Luego pasó un jeep de militares avisando la falsa alarma. Todos debían volver a casa antes que robaran.

Bajaron después de media hora. Se quedaron en el furgón. Se juntaron con los vecinos a tomar café. Nadie en el pasaje durmió en su casa.

Él soñó con un montón de gente abrazada…