Adicción


Qué ha sido eso. Un festín. Una carnívora y frutal orgía. Un juego, una exploración. Una cena de sabores compartidos. Una observación del límite colindante. Ventana a nuevos bríos. Barranco de plácida caída.

Cómo el tiempo arropa la confianza. Hace fluir la fluidez. Se torna líquido todo, también húmedo, espeso y cálido.

Al placer se le construye, se le orienta y optimiza. Se prioriza la sobrevivencia. La básica plenitud de reproducir. Al menos intentarlo, porque te aleja de morir.

Vida entre varias manos. Sonidos de bocas rebosando. Un crisol de sonidos nocturnos. Orgánica, humana solidaridad. Congeniar en el principal de los actos. 

Buena forma de compartir el ego. Tirando sustancias y encantos. Haciendo follar la mente en el espacio. Ocupar un lugar y seguir profundizando. Hacer de un rol una lujuriosa compañía. Por cierto, la más genuina. 

Para la libertad la individualidad es clave. Pero la compañía expande la red y las esencias. Enfoca en servir a otros, para la ideología, pero se fascina con el control corporal.

La salud es ahorro de energía. O más bien su producción circular. Producir no para exportar, sino para tratar el propio cuerpo, la mente, las ganas de volar. No dejar salir nada y acumular vida. Entrenar. 

Apretar la espalda, las manos, la moral que juega al turista, a la novedad conductual. Presionar fuerte hacia adentro. Rápido cuando cae el sol, lento en el ahogo y los suspiros. Apretar todo en el mismo punto. Explotar por dentro. Convertir el fuego en alimento. Persistir y perdurar.

Ser blanco de sueños y delirios. Uno que llaman para morir por un momento y después respirar erguidos. Ser quien admira mientras otros caen y acaban. Se golpean un tanto, pero luego respiran. Despiertan frente a ojos honestos, a cuerpos adictivos.