Oración racional



Confío en el sentido. Creo que existirá, en su búsqueda será construido. Tendrá significado porque tuvo voluntad, porque fue quizás la única disciplina.

Y ahí es que algo se abre, algo acongoja y duele. Parece un abismo real. Oscuro y triste. Acompañado del miedo a colapsar. Un límite que no se cruza, no es este camino.

Quiero gritar por dentro. Reclamar ser escuchado. Expresar mi desencanto con la vida, con la ciudad, con la historia, con la biografía, con la cultura.

Con todo eso que cultiva el temor y la pena. Esos estados que no por naturales puedan ser tan válidos. Esos que debiésemos enfrentar y no decaer. Buscar certezas, valentía. 

No querer morir, sino leer cuando viejos aquello que escribimos alguna vez. Sentir orgullo al hacerlo y albergar esa emoción. Ese sentimiento bueno y merecido. 

Una especie de espiral, columna, túnel, paso, corriente o camino. Un sendero que de tan real puede llegar a no serlo. Pasar de la elegancia a la locura, de la nobleza a la agonía. 

Escribir resulta un buen pasatiempo. Una forma de compartir conmigo. Una compañía genuina. La única que no puedo engañar. Hacer eso sería soltar mis sentidos. Caer.

Y la idea no es caer, sino estar, ir más adentro, volar o avanzar rápido o lento, pero no cayendo, sino surfeando el espiral. Algo como correr por dentro sin perder la línea ni el centro.

Si bien pudiera estar más rodeado, esta soledad es seria. Una forma necesaria. Acogedora y bella. Bendición y sobrevivencia. Tranquilidad natural que sosiega. Calma.

Busco que se valore la realidad. La nobleza del acto. Cualquier acto, cualquier vida, cualquier persona. Hablo de trascendencia. Del heroísmo de respirar y crear cosas. Dejar registros.

Reconocer, así también, todo lo que fue y pudo ser distinto. La innumerable cantidad de errores, falencias, incapacidades. Cada vez que golpeó más fuerte el miedo, la duda. 

El equilibrio no puede faltar. No. No si hemos de ser felices.

Asumo mis debilidades, la densa soberbia, el violento individualismo. Y no dejo de explorar mi orgullo, el amor propio. Honorable egoísmo. 

No sé qué vendrá.

No sé cómo, cuándo ni quiénes. De verlo, lo haré caminando por el lado, viendo todo pasar, sintiendo el viento en mi cara. Sonriendo satisfecho, adolorido por entrenar.