Todo se expulsa


El solo acto genera estupor.
Llegar ahí, en descontrol,
como una droga, una necesidad interior.
Parece un mal momento, aunque no lo es tanto.
Es natural y mundano,
tan cotidiano como universal.
Algo que, espero, no suceda nunca más.
Algo que hubiese querido aprender hace muchos años.

Perder así no es baladí.
Rompe el equilibrio, las certezas.
Trae a la memoria un malestar
para el que no hay costumbre válida.
Todo es respirar, entrenar, pelear.
Caer, a veces, para levantarse otras.
Ser grande en presente constante:
una concentración permanente,
un estado aprendido,
diariamente explorado.
Tan practicado que deviene real.

Todo se expulsa, menos la vida.
Las semillas se cuidan como el rostro
y los recuerdos.
Hemos de ser uno solo, no una dualidad.
No unos en las vísceras
y otros en el pensamiento.
Un algo todo entero.
Un origen. Un zumbido. Un silencio.
Un sentido.
Aquel frente a la luz:
luna llena o puesta de sol.