Un instante


Se trata de uno mismo, y es serio. No hay espacio para dudas, engaños ni matices. Es un lugar del cual no se puede escapar. Deseos que se convierten en órdenes esquivas. Visiones que se materializan, aunque nunca como se espera. Una marea correntosa entre los sueños y el raciocinio que exige planear su navegación.

No cabe desear las cosas. El cosmos no tiene un sentido lógico: responde a corazones y esfuerzos, a misiones azarosas que juegan con la realidad. La clave, de existir, sería saber qué hacer siempre, en presente. Ser quien uno es, desnudo, sin bienes.

Lucha interior, íntima, sin trampas ni disfraces. Existencia contradictoria, sin orden preestablecido. Confrontación solitaria de la esencia, despojada de todo. Pasión universal y generacional. Diálogo entre deseos, dudas, razón y sentido: la sustancia humana.

Toda mirada se enfrenta a su tensión: ¿quiero, puedo, debo? Cada época trae sus símbolos: fe, moral, libertad, éxito, autenticidad. Núcleo permanente, inevitable, fundamental: el sí mismo. Aquello que emerge de batallas silenciosas, a veces en soledad, otras en ansiedad, creando con espiritualidad.