Del amor y la felicidad
Segundo Piso De abrirse esa puerta era una pelea segura. Sí, tenía miedo, pero no quedaba otra que dejar de tenerlo. Miraba al costado y Camila estaba en posición fetal cubierta entera con la sábana. Como que quería esconderse, taparse y escapar de la realidad. Ella medio que tiritaba y algo balbuceaba. Se acercó un poco para escucharla: ‘que no entre, que no entre’ –decía- medio que con miedo y con risa, como con nervios o vergüenza, pero asustada. En rigor no estaba siendo infiel, el tema era que había terminado hace poco. El día anterior, en realidad. Por eso la tensión. Un movimiento de esa puerta y era una cagada seria, pero que tal vez podía llegar a no serla. Todo dependía del ánimo de las personas involucradas. A Camila la conocía de lejos, pero hace tiempo. Era una chica de otra carrera, nada más. Le gustaba bailar y ser el centro de las fiestas, decían que era medio loca, lo cual le agradaba. Estudiaba y era hermosa, qué más podía importar, además fumaba weed, era la mujer