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Mostrando entradas de febrero, 2010

Decisión de una vida dañada

Soledad que llevas como virtud cierto encanto cuando te presentas. Sonriendo, con la ironía de tu vida guiando cada paso de tus pies. Ahora estás de mi lado. Estás abrazada a mi voluntad de optar, de dudar y luego decidir. La última vez que oí tu voz, supe que nunca más daría con el aroma de tu cuello ni la belleza de tus ojos a medio cerrar. Nada de lo dicho llegó pleno a mi corazón. Sólo advertí un juego de roles sociales. Un comportamiento de amigos en medio de la vergüenza de aceptar que a veces se puede necesitar a alguien. A alguien en particular. No llamé a tu vida cuando no escuché la necesidad de mi existencia. No busqué tu calor de la espalda porque al dar con tu voz, ésta no entregó la pasión que mi oído demandaba. Y todo eso es la incapacidad de amar. De extrañar y reconocer que se extraña. De clamar en medio de espectros medio urbanos y medio emocionales la presencia de una vida, tal vez de una persona, tal vez de un estado natural que nunca te abandonara. Nada pue

¿Y esto sospecha de escenario poseerá de simbolizar una subsistencia?

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Esta será la letra que acompañe la distancia que nos queda. Ya tal vez nuestra vida sea así. Así tal cual todo humano dijo que sería. Una extraña, incomprensible y –a veces- maldita vida. La distancia que separa la vergüenza de la mentira. Que cubre la soledad que hoy se ha quedado. Es la sombra que permanece en todo árbol. Hubo fuegos dirigidos al corazón. Sí. Y la niebla de la tristeza recorrió parte del cuerpo que en ese rato quedaba. ¿Pueden a veces las subsistencias ser tan separadas? La poca certeza de cuántos somos hace que importen tanto la existencia como incluso la vida cotidiana. Y no es de extrañar para algunos que nadie en realidad se llegue a conocer. Duelen y se esfuman las consecuencias de la introspección. O por lo menos se dejan ver para luego desaparecer como ladrón con vasta técnica aprendida. Dónde se ha buscado. ¿Acaso de verdad no hemos de pertenecer? Acaso nada de lo que hacemos puede perdurar o incluso, a veces, parecer normal. Normal, por lo menos, a tus pr

Raptado. La transgresión

Sugestiva princesa de sombras luminosas. Negros atuendos sobre piel extendida, fragante y de suave claridad. Parece mayor en su figura, mas sus ojos hablan de urbana inocencia y audaz tempestad de indagar. Se presenta frágil y lasciva. Imprevista. Espontánea. Hermosa y viva. Al verla creí descender en mi historia. Pareció que su vuelo jamás podré anticipar. Dejó su piel vigilando la mía, mientras entre latidos callé voces que me hacían especular. Y me hice parte de su vida por un instante. Y toda luz que encandiló mis ojos me recordó que no conocía nada de su sabor. Nada de su cautivante forma de recorrer su vida. Y entonces opté por enfrentar su rapto. El rapto de una persona, sacar su cuerpo de la plaza pública para saciar de su aroma y sus flujos. Llevarla al propio espacio y desnudar cada pizca de delicia. Ansiar su mirada y todo lo que piensa. Hacer su cuerpo parte del propio deseo. Capturar su olor. Probar su voluntad y otras partes de su piel. La pelvis. Su espalda. Así tal