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Mostrando entradas de agosto, 2008

Cruel pretérito

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En un camino nunca han de acabarse piedras y vientos y arenas y fuegos, menos brazas y mareas que sortear. Pero duelen las metas que no se vieron al horizonte. Y más duele aún creer que la historia tenía para ti más momentos de felicidad. Duele que de a poco cada luz se apague lenta y suave. Que ya nadie crezca contigo y los que lo hicieron ahora duermen bajo otros techos. Pero cómo había de saberlo en ese entonces. De haber adivinado hubiese elegido su largo pelo y ese amor lento que por mí construyó. Nunca hubiese sicariado nuestra inmortalidad. Y antes de eso debí pelear por lo que mío era y hoy creo que es. Han pasado más de los años que se pueden recordar. Y al destaparse el alma se descubre que ningún respiro se había agotado y todo aroma permanecía allí. Duele cuando el cuerpo se siente así. Duele aún más cuando la moral te fabrica como un adulto y grande. Y ahora pregunto en qué estaba pensando en esas noches y esos días de vertiginosa pena y desilusión. Ahora recrimino no habe

Los pasos de mi bebé

Es y se hace

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Éste es. El que piensa en la sangre que le une y en el aroma que de ella sale recordando un vacilante pasado. Una vergüenza material, histórica e irónica; una ironía y un motivo de burla. Éste es el. El que cuestiona los contenidos del cerebro y las propiedades de sus imágenes. Aquel molde casi exacto hecho con materiales de ego, de persistencia, de huídas; rociado con ira y algo de honor; nunca un sádico, mas no ingenuo. Provoca el color y el sonido de la caja más tonta, el cubo y el plano de la evolución, un estruendo de desacuerdo con la creencia de la masa construida desde una ignorante y simple visión; desde una mala palabra y elaboración que se muestra indiferente a lo subjetivamente objetivo de las maravillas magnamente humanas que existen. De todos modos busca participar porque oírse y ser oído le reportar los rollos de orgullo necesarios para la sobrevivencia y para la legitimación. Los busca y no se va porque es también elegante quedarse y saber pelear y no verse en el fondo

Las hermosas lelas

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Y eran dos jóvenes que se amaban en el camino. Dos hermosas jóvenes que se besaban en los asientos y sentadas iban sobre el juicio de la esclavitud y la masa decorosa de los ojos observantes. Ellas rebosadas de amor la una de la otra. Yo rebosado de felicidad al ver ese amor en movimiento sobre rieles y en movimiento de neuronas y genes. Una amaba a la otra y lo hacia ver. La otra amaba a su «una» y se lo hacía sentir. Sus cuellos se acercaban, sus manos se tocaban y su entrelazaban. Sus besos iban a sus frentes y mejillas y sus ojos siempre puestos en el corazón de la otra. Y se respiró tranquilidad. Las dos muy hermosas, las dos enamoradas. Las dos muy jóvenes, las dos comprometidas. Una orgullosa de su anillo como réplica exacta de la joya en la mano de su media naranja. Un amor de verdad, un odioso amor idílico en la mente de las buenas costumbres. Y yo rebosado de risa por el espanto social. Si he de amar amo un amor como el que se puso frente a mí en mi viaje cotidiano al centro

La caja de los recuerdos

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Y ahora al encuentro de los cariños de papá. Pasando por mentiras más grandes que piadosas. Pero no por eso el último rincón de la verdad. Y ahora sobre la moral. Irreverenciando en las calles, pasando sobre la educación de las personas, siendo ésta impuesta o concedida, libertaria o liberal. Ahora apurado desplazando la mugre de la cabeza. Sintiendo que pedazos de círculos rotos empujan las paredes del templo de las costillas. De igual color y forma corro por espacio y tiempo. Corro sobre el curso objetivo de los rieles y la angustia subjetiva de los ojos. Pero voy por el amor y ahí se triza el jardín de los paradigmas. Voy a un encuentro de lo irreal e improductivo. Hacia la pereza horaria y el incumplimiento social. Pero debo y quiero llegar. Quiero porque son las cajas de mi padre, el olor de sus ropas y sus monedas. El aroma de sus sigilosas y calladas contemplaciones. Y ahora rodeado e incómodo. Importunado y desconcentrado. Y ahora más pesado. Defendiendo sólo mi razón, mas no e