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Mostrando entradas de diciembre, 2015

Tiempos de muerte

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Hubo un tiempo en que la muerte rondó, la suya y de quien lo crió. Era la extraña casa de los dos. Enojo, congoja, muerte. Y no era una enfermedad voluptuosa, sino un vómito cotidiano de irritable respirar. La desazón que produce la desatención. La falta de entendimiento por la vida, los afectos, la emoción. Hubo un tiempo donde morir era la palabra. El término popular en una casa de extrañas personas. Donde el rostro acongojado de cada mañana impulsaba a dejar la cama, no comer, salir por la puerta, estar en otro lugar. Solo morir era el deseo, la pasión, el resultado de causas sin nombre ni evolución. Hubo un día donde se produjo una persecución. Se siguió a una persona hasta el océano. Desde lejos se veía su cuerpo entrar en el mar. No había lágrimas ni proyectos ni palabras. Solo una casa deshabitada buscando otra vida más allá de la arena, antes de las estrellas, camino al Sol, justo antes de hundir salada su luz.

Revolución-ando

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Hay que cambiar el horario y el calendario. El reloj de sesenta minutos y el calendario gregoriano. Nos tienen mal –me tienen mal-. Nos están haciendo mierda la vida: los pensamientos, las emociones, nuestra organización. Es urgente ese cambio, esa gran revolución. No es un orden nuestro, es un orden funcional, instrumental y siniestro. No es utopía, no es irrisorio ni irreal ni equivocado. Es un proceso histórico, un fenómeno de cualquier dimensión, época o geografía. ¿Por qué no ahora? ¿Por qué no ya? Está más que claro… Cambiamos. Esto cambió. El mundo se fue a la mierda. Estamos en esto post 2da guerra. En los sesenta cayó la ciencia, cayó la sociedad. Desde ese momento en guerras sin pertenencia. Al menos nunca han sido nuestras. Hablo de nosotros, los de acá. Los de este pedazo de tierra. El territorio, acá. Decolonial, ¡decoloniza! Tzolkin maya, Calendario entropía, Calendario cósmico, la huevada que quieran, pero que se base en el Sol, la Luna, la Tierra. Luna. Ell

Función vida

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(…) -Pero le pedirán consejos, ¿no? Yo no tengo sabiduría. Sé dónde la puedes encontrar. La puedes encontrar en Shakespeare, Cervantes o Dante, ahí puedes encontrar sabiduría, partes de la verdad. Además, yo estoy más y más consciente de mis propias limitaciones. La vida no funciona deseando mucho algo y obteniéndolo. Con los años ves los monumentos rotos de tus grandes deseos. -¿Cómo funciona la vida, entonces? -Simplemente no funciona así… Además, crecí emocionalmente muy despacio. Antes de conocer a Jeanne, me enamoraba cada día de alguna mujer joven. Todo muy confuso. Yo no creo que los remordimientos sean algo bueno para la gente. ¿Tú tienes arrepentimientos? Creo que todos queremos sentir que hemos triunfado en algo, pero yo no siento eso. -¿Por qué? -Ni siquiera un poco. A nuestros hijos no les ha ido bien. Jeanne y yo seguimos aquí, pero es porque ella ha sido paciente y sabia. Yo no era ni un buen esposo ni buen padre. Sólo en los últimos años me he convertido e

A-norma-li-dad

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¿Y dónde queda entonces la mentada anormalidad? Cuando alguien habla de modelos culturales comunes, normas sociales, actos tradicionales o vida normal, ¿a qué exactamente se refiere? Lo normal es la posesión, la dominación, la esclavitud. Lo normal son las malas palabras, las penas por sobre las risas, el enojo y el ego en insana relación. Lo normal es querer ser atendido y escuchado, ser el centro de la vida de otro, exigir tiempo, pasión, cariño y apoyo instrumental. ¿Lo anormal es la locura? ¡La pregunta! No, pero en serio, ¿el ser anormal es el ser medio loco , el ser algo rayado por naturaleza circunstancial? ¿Es un ser medio que no sigue modelos de sociedad? ¿El ser que se rebela en una realidad que de rebelde no tiene nada? ¿Cuántos modelos de vida hay? ¿O es que esa locura se mide por la cantidad de alcohol que tomas o las drogas que consumas? No sé entonces a qué se referían con su ser anormal, con su ser loco, poco común, no tradicional e incomunicado. ¿Será que

Interrumpiendo avanzo

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Abortó. O sea, tuvo un aborto. Tuvimos. Fue algo espontáneo, natural. Ese último fue así, toda una ironía: Luego de tanto embarazo no deseado, surge ahora un aborto no deseado. Mierda de estado en ese momento. Indecisiones constantes en viajes enfermos y cobardes. O tal vez el orgullo de decidir no ser padres, con mucho nervio por hacerlo real. No sé… Siquiera recuerdo el primero, el primero de cuatro para ser precisos. Toda una relación abortera o una relación que construía otro camino. Da igual el punto de vista, pero así pasó. Fueron tres viajes en implícita clandestinidad hacia la frontera del marco legal, político y territorial. Una opción inexplicable, solo circunstancial. Y un episodio natural que ya mencioné: La ironía del deseado que sigue a sus hermanos muertos. Ese último –el conchito- fue la firma de una revelación: tanto cuerpo y tanta sangre puede que cambien los aromas que llegan a tu cerebro. Cuando eso pasa, una vida se despega de otra. Se interrumpe la vida y la