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Mostrando entradas de febrero, 2015

Reparando

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La felicidad tomaba dos caminos, ahí, en ese lugar O el paseo frío bajo los brazos extensos de la madre de las olas O el deslizamiento en su espalda para vencer el temor a la vida Y feliz estaba porque es de hombres divertirse paralelo a romper los miedos Porque la osadía llevaba consigo el despertar, el vivir fuera de la tierra, el glorioso dolor de la jornada deportiva… Extracto ‘La madre de las olas’

Transito

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¿Y entonces, qué haces? Cambias de vida, de ángulo. Vas por más dinero, si quieres. Un viaje largo a diario, destinos ultra lejanos, cielos limpios y estrellados… Nada que haga mal. Pocas ropas usadas. Mantienes el color de la piel. No te odias, no eres un tonto. Dices que no. Preguntas quién eres. Preguntas quién es. Cultivas la prestancia. Promueves el coraje. Despliegas el poder. ¿Duermes acaso? ¿No puedes conciliar el sueño por una lujuriosa mente precoz? ¿Debido a la pseudo-voluntad anónima? ¿Qué pasó con la luz? ¿Qué paso con la inteligencia? ¿Acaso hoy siendo un niño luchas entre comodidad, realización y certeza? ¿No tienes tu ventana y tu casa? ¿La rabia domina, mata, carcome? Te ves así y más de mil almas sonríen. Tras la casa otras hienas salen al jardín, a las plazas y almacenes. Salen a contar lo desilusionante que fue viajar. Que la vida son labios y bocas, miradas al cielo, sueños y destellos tiernos. Que solo a veces se atina, solo a veces se habla d

Ángel de ilusión (2008)

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Te quería. Asumo. Sentí por ti. Pasó tiempo. Construí una imagen imborrable. Supe que nunca más te vería. Te pienso, no te dejo. Tu cuerpo y el mío son corrientes distantes. Se cruzan, nada más. Y aunque escueta, anhelo esa conexión. Pero sé que no existirá. Ahora te veo, te escucho, te siento. No entiendo es esa barrera entre ambos. Te vas, yo no estoy. Te vas con tus ruedas por la playa. El viento se lleva tu pelo, tu aroma y tu piel rayada. Primera y única vez juntos en la tierra. Y hoy de ti no sé nada. No estás bien ahora, pero te recuperas. Nada más. Estas sola y así quieres estar. Buscas sanar. Nada más. Te veo más allá de las estrellas en las noches negras. Tras cada ventana que veo en las caminatas errantes. Respiro pensando que estás cerca. A un costado de la pared, pero esta no tiene puertas. Se que irás por el mundo buscando sueños. O pesadillas. Eso lo único que nos une y lo único de lo que hablamos. Imag

Alexandra

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I Si se trataba de Alexandra, la mayor, le importaba todo lo que ella escribía. No podía perder oportunidad. La veía cuánto, ¿dos veces en el año? A veces una. Aceptó su invitación. Quiso verla declamar, señalar al mundo su arte, su postura. Salió poeta, poetisa –pensaba, e inflaba el pecho. La tal vez si la criaba eso no sucedería. Se bajó del taxi una cuadra antes del café para llegar caminando. Se echó un chicle a la boca. Estaba nervioso y orgulloso. No pretendía ser la figura del lugar, pero era el padre de la artista, nada mal. Entró relajado y notó que había un asiento reservado para él. Sonrió. Tomó asiento y de inmediato un joven vestido de hiphopero le pasó un díptico de presentación. Tomó vino. Leyó:       Sí, lo sé. Soy una mimada que vivió de hija única. Una tarada que de niña se enojaba mucho y que no sabe quién es ahora de grande. Lo sé. Fui una estúpida con mi madre, siempre incomprendida, creyendo que ser persona significaba saberlo todo y que ser hija imp