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Mostrando entradas de mayo, 2008

Como la lombriz

Ha de ser como una lombriz en un desértico parque. Una incoherencia absoluta. Nada de lo vivido tiene un sentido más grande que los respiros. Ninguna de las imágenes que se graban por ser vividas son el recuerdo más hermoso de la vida. ¿Acaso un humano dedica su energía a vivir sin sentir? ¿Acaso sentir no es sinónimo de vivir? A veces una pausa en el vértigo de la locura urbana te da milésimas de razones puras y frágiles para ver el cuidado de quienes dependen de ti. No hay ser que no merezca ser feliz aunque su vida termine por ser viejo o por ser descuidado. No hay respuestas antes de caer de los balcones y no eres tu quien para proteger a dos alas que aún no alzan su vuelo. Deben ellas volar y sólo tú debes llevarlas a la cumbre para dar su salto infinito y su expansión hacia la inmortalidad deseada. Como una lombriz, pero que deja de serlo. Como una que en su bosque desértico emprende el desarrollo de sus alas y la frescura de recordar que en su vida vino para ser feliz. Para inte

Caminata

Caminar y soltar una etapa como si fuera una mochila llena de ropa sucia. Caminar y hacer de quien pase a tu lado un intruso invisible de sueños cortados más abruptamente que los tuyos. No se puede escapar del dolor. Sea cual sea este dolor. No se puede ir contra la razón de ser natural de los que hemos sido creados bajo imagen y semejanza de uno llamado Dios que yo divido por cuatro. Cualquier cosa puede salir de las rocas que protegen tu vida del mar. Cualquier tipo de saliva puede entrar en tu boca así como cualquier palabra puede salir de ella si la ira como antes de tus huesos que tú de la soledad. Y es un gusto esto de caminar y reír. Caminar y sentir. Caminar y no ver a nadie. Caminar y sentir el viento en tu rostro, tus ojos rasgados y tu boca formando una sonrisa que tu quieres asemejar a la luna. Es un honor vivir así de extraño. Solo como un topo. Viendo en cada imagen cotidiana la construcción de un sueño que se transforma en sentido de una vida inmaterial que a duras penas

Alone

Últimamente todos me dejan solo. Creo que voy derecho a mi destino. Y lo peor es que voy feliz a el. A su encuentro solitario y decisivo. A su madriguera de recuerdos y sueños hechos y otros no. El mayor de los abandonos se deja ver entre las sombras de una noche estrellada en medio de cerros y quebradas. Cómo he de extrañar a quién quise siempre ver y nunca pude hacerlo. Tal vez iré imaginando su rostro y su cuerpo en ciertas fronteras cercanas. Y quizás hasta pase a su lado sin saber que un sueño construía con su voz y sus letras. La sensibilidad de un cuerpo solitario se desprende de la garganta y se desplaza hacia la espalda. Se queda como aire en las venas y te mata muy lento. Aniquilando el flujo de amor que construías en secreto y que no llegó a ser un lindo final. Es el sino de los hombres. El sino de un hombre de amplia sonrisa y grandes manos. Atribuirse la existencia a la gama de modelos culturales y con ellos hacer normal cada porrazo en suelos húmedos y aires secos. Tal ve

Inesperada espera

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Contemplando en mi historia veo caudales de vientos dejados a su aleatoria suerte. Nadie alcanza legitimidad en sólo unas tantas lunas luego de estaciones enteras de ausencia de calor y luz. Mi cuerpo siente que no alcanza a vestir cada tela que le es dada. Y además no siente que en las especies hay dados derechos vitales de explicación sólo natural. Apesto las palabras que dicen poco cuando en realidad la mente que dispara está pensando algo de más. No quise creerlo. No quise aceptarlo por un tiempo. Sin embargo, la vara de virtud que mía no es –pero me acompaña- hizo que viese yo su reflejo de luz en lugares donde olvido que a ellos también pertenezco. Mi legítimo amor se haya escondido en los días que ya no tendré. Nunca vería la impotencia rayar mi rostro si en su momento hubiese tomado a las aves de sus pies y con ellas me hubiera ido. Y ya no tengo tiempo ni ganas ni razones para buscar una causa a esta realidad incompleta y a veces absurda que me hace callar cuando nunca he call

Desprendido

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Devenir, ser, movimiento. Fluir del agua vital. Viento eterno u olas imperecederas. El desprendido que camina por las urbes que apestan. No lo aprendió de los libros. No lo vio en la pantalla. No lo escuchó de la sabia palabra docente. Simplemente lo hizo y se transformó. El desprendido de las manos sucias. El de corazón noble y de sonrisas amplias. El errante de incierto vivir y calmo pensar. El de las molestias inexistentes, el de las manos abiertas y los pies fuertes. El de la reflexión y el silencio. En su interior el viento fluye con más fuerza y toma tonalidades. Hace del agua un torrente casi tan intenso como su sangre. Toma la libertad y la suelta de sus manos. Nunca oprime, siempre otorga. Es un grano de la arena. Una pizca de viento. Una gota de agua. Es tan hijo de los movimientos cósmicos que hasta camufla su cuerpo con la luz del sol. Es una mirada inmaterial. Una pública afrenta incomprendida. Es una mochila en la espalda colmada de sueños y ficciones. Es el fluir del agu

Incertidumbre

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Salir y soltar un respiro por donde también ha entrado toda bacteria de cuerpos enfermos, pieles resecas, órganos gastados y deseos rotos. Salir y soltar aquello que nos detiene en el tiempo de un planeta y en el espacio de una invención. Caminar y saltar. Tocar tus genes y vivir en otro mundo en instantes pequeños. Ser un surco de valle, una roca de río, ser un óvulo de ovulación. Engañar tus virtudes y creer que tu tristeza puede soñar. Dar al sudor de tu piel un magneto de animal. Caminar en la desdicha misma, siendo patético y triunfador. Un noctámbulo de lugares desconocidos. Un perdedor, un grano de desierto infinito. Nada y cualquier cosa a la vez. Nada y todo en un mismo tiempo. Ser sólo lo que cabe en tu mente y en tu vida, nada más, nada menos que un insecto que en sólo un día recibe el sentido de la existencia. Saltar y correr. Detener miradas y bellezas. Detener la cabeza de los ancianos e imaginar la vida de sus sueños. Detener la sonrisa de un bebé y entrar en sus miedos

CaMiNaTa

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Hace poco dormía y me veía en una larga caminata con cientos de personas en un exodo masivo que nos tenía a rastras por el desierto. Algo nos había pasado. Algo nos había hecho dejar nuestras tierras y nuestros hogares. Había una extraña cohesión. Un sentido de grupo y unión que sólo se da cuando tenemos necesidades o debemos enfrentar peligros. Caminábamos por el desierto. Por senderos muy parecidos a los que hay en mi tierra de origen. Mucha arena y pampa. Napas subterráneas donde casi ya no queda agua. Un cielo amplio y el sol pegado a la cabeza. De atardeceres mágicos y colores variados. Y de noche un cielo estrellado que sólo hace soñar y reflexionar. Lo veía todo así tal cual. De pronto nos pegó el frío con fuerza. Decidimos hacer agujeros en la arena 'imitando a los perros' -alguien dijo por ahí- para protegernos. Me siguió extrañando este sentido de unión tan natural, tan dado entre los que estábamos ahí. No es un rasgo muy común aquí en Chile. Entonces cavamos agujero

Declaro Patriarca

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Estaba en la casa, esa de dos pisos, bajé a buscar fuego o un vaso de agua, no me acuerdo, y ahí estaba el Oso con una mina más chica que parece que se quería tirar. Yo no dije nada, sólo pasé de largo. Es mi casa, o sea, chucha, yo pago algo del arriendo, pero nunca tan mala onda como para decir algo feo o pesado. Sólo pasé caminando y eché una mirada a mi socio a ver qué onda. Ellos se separaron cuando escucharon ruido parece, cuando yo bajaba por las escaleras. Estaban como aparte uno del otro, medio avergonzados y distantes, ahí en el living al lado del sillón grande. Yo sólo pasé, nada más. Pasé de ida y pasé de vuelta y no dije nada. Ella estaba bien, o sea, bien para tirar con ella. No la conocía, pero no estaba mal. El Oso sólo reía, o sonreía mejor dicho. Tenía esa cara de adolescente tirado para joven que quiere puro tirar y también quiere que lo vean o que sepan que puro va a tirar. Ya después me acosté. Siempre que puedo acompaño o apaño a mis amigos cuando van a tirar. Don

El día de la lluvia y del fin de la generación

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De que aprieta la piel no hay duda. De que hunde el pecho hasta sentir una música tampoco. Un tiempo que ha corrido es más que sólo viento que borra la mirada. Es una certeza de historia, una página de libro leída, sin embargo no entendida. En la imagen de la oscuridad se dibujan los aciertos que dan muerte a los que miran tus ojos sin brillo. Y con ansias de recordar persigo bajo una caverna el hilo de la felicidad y el rumbo de la eterna muerte segura. Observo piernas hermosas y dóciles pieles que mis manos recorrieron y otras que masturban mi mente. Y todo tedio parece césped de jardín de niños. Pisado como un cigarro bajo una fiesta. Bajo la lluvia han caído cientos de sueños, recuerdos, deseos, problemas y rostros que admiro tocar, pero la inercia corporal se superpone a la voluntad del sub-conciente. De caminos no se habla. Menos de un sueño que se pierde al cerrar los ojos. Y de paso recordar que apuntaba al corazón de los enemigos. A poder atrapar las cuchillas que de sus manos

Un vuelo... por ahí, a cualquiera

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Estuve en Iquique el fin de semana. Estuvo bien. La pega salió bien, justo lo que habíamos planificado. Luego vi a mis amigos. Todos en una fiesta de cumpleaños de uno de ellos. Estuvo desordenada como hace mucho no estaba en una. Parecíamos los de antes. Estuvo bien. Habíamos tres 'retornados' y muchas razones para celebrar. Todos un poco más gordos, nada más. Me sentí bien, creo que mejor que aquí en Valpo. Me sentí como un tipo libre, como cuando estudiaba. Pero a la vez medio culpable. Recibí hartas muestras de cariño y eso me hizo bien. Vi un par de alumnas por ahí que me pedían volver a hacerles clases. No se por qué pienso en todo esto. Creo que realmente fue bueno y rico para mí tanta expresión de aprecio. Quizás lo necesitaba, quizás algo de eso fui a buscar. Fumé mucho, más que acá por lo menos, y traté de sentir por qué había nacido yo en el norte, qué era lo que tanto extrañaba de esos lugares. No tuve mucho tiempo, creo, pero algo bueno pasó en esas calles y con es

Si los humanos tuviésemos alas

Si los humanos tuviésemos alas viviríamos en las alturas y a nivel del mar, tal y como a veces lo hacemos ahora. Si tuviésemos alas éstas se desarrollarían entre la doceava y dieciseisava semana de gestación. En las ecografías las orgullosas madres podrían ver los ojos de sus hijos, las manos pequeñas y las nacientes alas. Si el padre de ese niño tiene buenas alas, entonces hay esperanzas de que su hijo también las tenga. Luego de nacidos, conforme aprendemos a caminar, hablar y mentir, también aprenderíamos a mover nuestras alas y poder volar. En los jardines infantiles existiría la materia de vuelo primario. Algunos niños nacerían con las alas atrofiadas y habría tratamientos para ellos. Otros, simplemente nacerían con una sola ala o con ellas a la mitad. Y ellos serían llevados a centros de rehabilitación donde corregirían sus alas o les darían unas de metal, pero que sólo les permitirían volar a dos metros de altura, nada más. Los niños con las mejores alas irían al “centro de vuel

Preámbulo

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En las noches frías es donde sueño y te encuentro. Sueño que esa noche ya no es fría porque a mi lado estás con tu cuerpo desnudo y tu alma abierta a mis mágicas y tiernas lujurias que se combinan para ti. Sin dejar que abras tus ojos y te despiertes suavemente mi nariz recorre gran parte de tu cuerpo. Identificando cada aroma de tu piel, cada matiz de finas partículas que enamoran mi vida a los latidos de la tuya. Y te siento respirar fuerte y relajada. Cálida para mí, húmeda para mi cuerpo, excitada en sueños para mis sueños. Y entonces poco aguanto tan cerca estar de ti que mi nariz se conjuga a mi boca para seguir el aroma y el sabor de tu piel suave. En medio de la noche recorre ahora mi rostro y mis manos cada tejido que une tu piel. Y me excita este candente paseo por tu cuerpo dormido y tu alma despierta. En mi cuerpo todo fluye y se llena de sangre y fuego. Mis manos tiemblan suaves a tu contacto. Mi boca busca tu cuello, mi olfato busca tus deseos. Mi pelvis aprieta tu piel.

Este es el inicio

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Este es el inicio de otro largo camino. Este es el inicio de un recorrido sabido y de senderos de piedras ya pisadas. Este es el fin de la nausea mañanera que atormenta el silencio de un pequeño y el inicio de gloria de viejos conocidos que sobreviven en tranquilo andar. Esta es la consagración de historias cotidianas. De la vida algo madura. De la construcción de un corazón que vale por dos. Esta es la vuelta bajo suspiros de las vívidas rencillas del alma. Es la particular canción que se oye en los oídos pegados al ventanal. Es la inmersión en la estación del recorrido eterno que dibuja el sentimiento temprano tallado en los pañales. Es la indignación del crecimiento malgastado y el orgullo de seguir venciendo. Este es la inmersión final en las olas díscolas y corrientes letales. Es la concreción de una vida grabada en la historia de lo cotidiano. Este el inicio y el fin. Es uno de ambos y ambos a la vez. Es el puntapié en el medio del viaje. La mirada sobre la espalda que se aleja d

Salud por un Padre

Si debo brindar por un ser en especial, brindo por la única persona imprescindible en mi existencia, por quien dejó su vida de lado y sus convicciones echó a volar. Por quien despegó sus pies de la tierra e hizo de su crianza una réplica amorosa de la relación animal. Por quien apagó sus libertades para darme afecto, por quien restó sus tiempos para cuidar de mí, por quien la historia convertirá en icono de enseñanza. Por sus sonrisas, por sus inexistentes rabietas, por su tranquilidad, por la paz que fabricó para envolver mi crecimiento, por sus certeras afirmaciones de mis estados y pensamientos. Brindo alzando mi copa y mi visión más allá de las estrellas por la única persona que no debiese morir, por el dueño de mi deseo más imposible: “la vida eterna”. Brindo por su autodidacta inteligencia, por su sabiduría sin instrucción, por su claridad aprendida en las calles, montañas y viajes. Brindo por su soledad y solitaria transición a la inmortalidad. Debo decir que cada instante de un

Los pasos de mi engendro

No mucho con ella estuve y hoy debo saber qué hacer. No acompaño sus pasos como el jefe de la manada. No con ella siempre estoy. No vi su cuerpo crecer durante largas lunas. Y hoy debo resolver el tiempo. Con ella caminar como si siempre lo hubiese hecho. Resolver su adolescencia, resolver su juventud, resolver mi ausencia, resolver mi lejanía y su amor al ideario de toda niña que crece a pasos agigantados. Ella quiere crecer a pasos agigantados. Caminar como dinosaurio sobre la luna, recorrer su vida en dos pasos y las de muchos en pocos más. Ella quiere feliz ser, quiere subir su cuerpo a la cresta de las olas y deslizar sus sueños bajo la mirada de su gestor. No hay camino que no pueda ni quiera recorrer. Pero imploro conocimiento. Soy ignorante de entero cuerpo cuando su sonrisa entre en mi alma y cuando su voz acaricia mis oídos. Soy un ave de inestable volar cuando sus ojos brillan por mis actos. Y cuando mi cuerpo brilla por su ausencia. Es mi engendro demonio más bella que el m

El “alcance” del ego (la promesa)

Estaba el ogro sentado en su ruca de madera mirando su correspondencia. Y en ella estaba la carta que tanto esperó, en ella donde aguardaban las letras que dirían que de sus letras se habían enamorado y que, aun siendo ogro, sus escritos lo habían salvado de la eterna soledad. Pero el ego del ogro fue descuidado y de su descuido descubrieron su molde cultural prodigioso, ese que construye a todo niño como escalador de árboles, futbolista destacado, galán empedernido y atractivo pensador. Y así fue como en su carta esperada vislumbrose las palabras que tanto temía. Aquellas que deseó fuesen suyas, sólo representaban el común de un segmento social. Un collage de figuritas recortadas con “la misma tijera” que descansan en sus barbas y en sus callejeras peleas la irrelevancia de su promiscuidad y su eterna inmadurez. Y quién sino otra de las especies deseadas por todos los ogros del bosque fue quien bajó su ego hacia las escalinatas del caminar solitario, melancólico y de manos en bolsillo

Quisiera transformación

No quiero pelear, no con ella. No con su voz, con su recuerdo y sus miedos. No quiero alzar la voz cuando se que no habrá respuesta. Se que me escucha. Se que siente que yo se. Que algo tengo que decir. Sus llamados son para decir y escuchar. Es más una súplica de pertenencia que un reto a mis errores. Y no quiero perder la fuerza de esa inocente e ingenua manera de ser persistente. Es quien cuida de mi crédito inmortal y debo en mi pensar saber que también debe ser feliz. Por aquello del entorno y también porque mi corazón agradece sus pasos de pies chicos en el mundo de los grandes enfrentando cada golpe, cayendo con sus lágrimas, pero nunca siendo doblegada. A los adultos fuimos irónicos y el tiempo le regaló la razón. Se que admira su pasado y que siente cariño por sus primeros pasos. Se que el amor desatado de su infancia aún le permite sonreír en su compleja actualidad y vertiginosa contingencia. Quisiera que tuviese mejor compañía. Un pecho amplio que cobije su dormir. Manos fu

La elegante vista y erótico bienestar

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Plácida, elegante, sensual, erótica, capaz y soñadora. Así es la mujer de la sombra. Sentada en el mundo, en su banca de ideales sobre la memoria de las personas y las esperanzas de los habitantes de otras galaxias. Serena, cautiva y cautivante. Presa de su mimada soledad. Con su vista enceguecida y un sombrero que la corona. Y su cuerpo a la luz de la tierra y el sol. Sus manos que curvan su figura y sus labios de soberana mujer que atrae las miradas. Una dama, una felina, una frescura de piernas flectadas y adornos corporales. Un cálido aroma corporal que de su piel se refleja y un insigne tatuaje en su mano de quien crea y respira. De manos inalcanzable es. De rostros admirada. De sueños una musa. De poesía una inspiración y un deseo de tibieza. Dama que yaces sentada sobre la copa del más grande árbol de la tierra. Presenta a los incrédulos la elegante vista y tu erótico bienestar. Has del mundo un jardín de sueños construidos. Y se tú la estrella más cálida en el concierto estelar

La madre de las olas y un lecho en el mar

Solía pisar arenas cálidas que a veces maniataban mis pies. Y era feliz. Solía flotar en aguas tranquilas donde el reflejo del sol cegaba los ojos. Solían ponerse esas aguas furiosas como leonas madres y seguía en ellas siendo feliz. Solía esperar esas olas cuan valiente hijo del mar y deslizarme con ellas hasta las orillas. Hasta que mi pecho se doblara o mi cuerpo se doblara en las espumas que llevan consigo gritos de libertad. Solía ser feliz luego de respirar apurado para ser parte del habitad de los peces y tenderme en un lecho de granitos cálidos que albergan secretos y objetos perdidos. Mi pelo secábase al viento y mi piel porosa era al enfrentar la brisa y el frío. Y siempre ahí fui feliz. Aun solo o sólo con gente alrededor. Nunca mi piel bajo mis ojos se estiró de seriedad. Siempre mis ojos fueron como de chinitos frente al padre sol. Siempre mis miradas iban acompañadas de sonrisas en sus viajes al horizonte. Ahí donde guardo mis sueños y construyo mi ciudad natal. Ahí en la

Paso Primero

Necesito volver, necesito volver, volver, necesito volver. Volver como partículas de energía. Necesito volver como el abono. Necesito morir como una generación. Y llegar a ser un hijo de fuerte entrecejo. Debo volver a la ruta de los jardines. Ya no tanto de alegría como de seriedad. Necesito posar los sedimentos certeros sobre los sueños fundamentales que nacieron de sonrisas y latidos. Debo volver por promesa esencial. Por protección eterna. Por una naturalidad vital a riesgo de prestigio. Debo volver por el hacer de la energía brotada del naso infecto. Por la nómina centuria, la que indica la pérdida del alma. Debo volver por respirar. Por no experimentar escenas de una vida completa que aún está con vida. Debo recordar. Quiero recordar. No encuentro mi memoria de deseos. Mi sueñósfera –como Gaia diría-. Mi guía genuina. El cimento de mi existencia. Debo volver por los paisajes a bordo del tren de los recuerdos. Debo por los ojos de alegre lagrimar, encontrar mi profunda inhalación.

La puta de la ciencia

La puta ciencia cree saberlo todo. Se piensa ella misma como La esperanza de la civilización. La puta ciencia mide y fabricas cables y latas. Saca de cuajo a los padres de los frutos y le da los mejores a los que puedan pagar más. La puta ciencia es una hija adoptiva de los griegos y el catolicismo. Es un gentil transformador de los cuerpos de las personas y de los genes animales. La ciencia se esconde en la des-esperanza. Se urge por no perder sus tierras y sus cuentas bancarias. La maldita ciencia mató a una mujer que no quería parir en la sala de un hospital. La ciencia creyó que la tierra era cuadrada y de paso alzó a la tierra como centro del universo. La estúpida ciencia hizo soñar a presos que ellos podían poseer oro. Hizo que nefastos e ignorantes hombres sin sentido viajaran a conocer las papas. Hizo del negro un animal y de la mujer un juguete. La puta ciencia quiso tomarse América y sólo pudo agarrar su cabeza. Esta mierda de ciencia sirve las coordenadas para que populares

Erosión y nacimiento

En la sumisión que nos provoca el cielo está sólo la respuesta a si uno es malo o bueno. Las grandes visiones de los que integran ni siquiera piensan en eso, ya que tal vez no existe ni lo malo ni lo bueno. Aprender a matizar es un trabajo forzado. Un discurso que quiebra la cultura de los que te vieron crecer y desarrollar un monstruo con collar de flores. Tal vez caminar y vivir sea solamente así, así como tus ojos lo ven por la mañana y lo dejan al cerrarlos por la noche. Y cuesta mantener tus pies en las calles y la mirada sobre el mar. Cuesta por tu voluntad y tu educación. Por el ácido que rebalsa –a veces- de los besos. Así nos tomamos de una mano y otra queda libre hurgando en planos que no conoces. Es que algo como un pequeño bicho sobre tu hombro no te deja morir. Una voz sin rostro y una silueta sin alma empujan una extraña y adaptable sobrevivencia. Y así las semillas devienen en árboles y los sueños en profesiones. Así puedes arrodillar tus pies en el cenit y elevar tu ci