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Mostrando entradas de noviembre, 2012

Pasa películas

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Pena. Rabia. Decepción. Autodecepción. La sonrisa irónica que se viste de heroína. Más bien de húsar urbana y melancólica. Un desastre. Internas rupturas sin tiempo. Anacrónicas. Que se impregnan del pasado y de todo lo que aún no sucede. Un presente moribundo. Suicida. Eutanásico. Un enfermo personaje de lúgubre cine. No dentro de una pantalla. Sino solo en el lugar de exhibición. Sentado. Pegado. Hambriento e inmóvil. Triste y atemporal. La miseria de amable rostro. De cerebro cultivado. Apagado también. Tal cual en una tarde que oscurece. En una calle transitada. Dentro de un galpón hecho sala. Hediondo. Pulguiento e independiente... El lugar. Eterno el sonido del mar, la mar. Constante. Rítmico. Un pulso. Un respiro. Vital. Natural... bella película...

Cinépata

Sí. Me lo gané. Fui honesto. Gané por ser un personaje de Fuguet. Un hermoso perdedor en una urbe maloliente. Se habían olvidado de mi triunfo. Soy de provincia. Y no pertenezco a Chile... perdón, a Stgo (SCL). Pero escribí. Fui honesto. Y lo enviaron. Lo gané. Gané el libro "Cinépata" y el DVD de "Música Campesina". Lo enviaron por Correos de Chile un miércoles. Me llamaron un jueves porque no había nadie en la conserjería del edificio. Yo señalé ir a buscarlo ese día en la tarde. Y no lo hice. Me llamaron un viernes porque no había nadie en la conserjería del edificio. Yo señalé ir a buscarlo por la tarde. Y lo hice. Pero no estaba. "Está en reparto", dijo una joven medio gordita. Y agregó, "venga el sábado por la mañana". Llegué el sábado en la mañana. Y una señora adulta algo fea me dice "el del camión de reparto dijo que lo dejó en su trabajo". ¿Qué? "Lo dejó con la señora Brenda Vargas". ¿Quién?

El último ventanal

El molesto estado divertido y común. Aquel del cual escapo y vuelvo. Esas balas internas que quieren dejar el pecho. El estómago tenso por el temor a vivir. La imposibilidad de respirar. No tener la mente clara. Fría. Vacía para incorporar nuevas cosas. Repaso haber muerto subiendo las escaleras de una consulta médica. A cada paso hacia arriba apagaba algo más la vida. Era una clínica. Un clandestino donde se abortaban los hijos de las parejas dispersas. Esas que no saben decidir. Que no construyen nada. Todo lo dejan atrás y lo hacen real en sus penas y recuerdos. Y así estoy. Solo sin nadie alrededor. De ninguna edad. De ninguna especie. Así tal cual los últimos treinta y tres años. En sillones ajenos mirando lo que pueda del mar. Soñando irme en él. No despertar más. Avergonzado por no entender el mundo. Por no tener éxito en él. Por haber sido nadie quien hubiera querido. Las fuerzas son externas. Solo las aplico para no verme tan mal. Para no ser el punto de vis

Al irse por la noche

Quisiera que nada de esto fuese pasajero. Que todo guíe a estar juntos. Ser el pololo de esa mujer. Su pareja. El hombre de su vida. Quien la cuida y le hace el amor. Quien aprende a dar los besos que a ella gustan. Quien la conquista y gana su confianza. Su vida. Su pasión. Su corazón.    

Tres nombres de una estrella

Algo es en todo su ser. En su piel y en su aroma. Un imán que afecta directo mi pensamiento. Mi corazón. Mi cuerpo entero. La quiero. Lo sé. La sigo desde años. Viéndola crecer y ser mujer. Transformarse en la bella estrella que es ahora y que sigue su curso eterno hacia la gran luz. Su luz. Su vida. Su sueño. Es hermosa. Clever   más que cualquiera. Inteligente y certera. Me atrapa. Me envuelve. Hace que por vez primera sea yo quien siga a mi mujer. A quien quiero de mujer. De pareja. De compañera. Su mirada es limpia. Su boca suave como el viento. Todo su color es la obra ideal que anima a ser admirada. Cautivada. Engrandecida. He cultivado su belleza en mi mente y mi corazón. Aguardando días enteros de sueños libidinosos y tiernos.   Soy para ella. De sí. Para su sonrisa. Para su ironía. Para su protección y su libre caminar. Para cada pregunta que tenga y todo apoyo que necesite. Amada mía. Niña que llena de fuego el corazón. Cómo no he de seguirle si

Secuencia Bellavista

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Hermosos perdedores

Así entonces. En un sillón mirando fijo más allá de la ventana. Hacia la playa. Hacia las rocas que absorben el mar. Pegado. Noctámbulo. Ensimismado en imágenes mentales. Virtuales y recuerdos. Atravesando preguntas que se repiten cada año. Que aún no tienen respuestas. Que volverán a aparecer en veinte o treinta años más. Sin dinero en la cuenta. Ninguna propiedad. Sin vehículo. Pocas ropas y zapatillas hermosas. Mochilas varias. Libros leídos y otros despojados. Calcetines a medio gastar. Poleras y más poleras que por temporada a veces caben bien y en otras mal. Situado en tenso relajo. Más bien una pereza urbana sin excusas que subrayar. Solo observando. Sintiendo emociones sin paisajes. Solo viendo jóvenes surfear. Otras bañarse de sol y algunos tomando cerveza. Aquel el del sillón. Otro bello perdedor de la ciudad. Quien nunca ha trazado objetivos. Quien solo a procedido a realizar. Actuar donde esté y donde caiga. Acompañado a ratos. Solo la mayor parte de la r

Bellavista de estrellas

Escribir me salva. Sobre todo en noches como esta. Noches en las que te despides del mundo. Porque éste no te entiende. Porque tú no lo entiendes a él. El mar que suena y se mueve parece el único respiro. Y además eterno. Arriba no se ven estrellas. Pero sé que están ahí. Un poco más allá brillando. No basta solo con soñar. Pero me es inevitable hacerlo. Así es como mejor se siente. Pensando que la vida es un sueño. Sí es un sueño. Y que en ella se puede sobrevivir soñando. Porque de otra forma nada podría ser. Siempre faltan respuestas. Confiar en porque algo se siente, entonces está bien. Que por sentirlo es tan real aunque no se pueda ver. Y sé que ella está ahí en algún lugar. Más allá de las luces. Tal vez duerme. Tal vez no. Pero está como las estrellas. Brillando aunque no se puedan ver. Miro hacia el mar y solo de ella me acuerdo. En ella pienso y espero que esté bien. Viviendo sus sueños. O durmiendo con ellos.

Test response

Por qué me excita tanto verla. Tenerla frente a mi alejada por circunstancias. Por decisiones. Esos labios. Esa piel. Esa espalda con pecas y lunares. Desembocando en su hermoso trasero parado. Aguardando debutar. Pidiendo amor y gimiendo dolor. Su boca siempre seca. Salina. Soleada. Besaba con ansiedad y chupaba con desesperación. Fue un amor. Una pasión. Una puerta siempre abierta a los mejores desayunos y apariciones clandestinas. La amé. Mucho. La amé. La poseí. Fui su hombre. Su guardián. Su dueño. Nunca dijo que no. Cumplió mis deseos. Posó para mí. Me respetó. Sacó mis pelos de sus recovecos. Se puso de rodillas y me pidió perdón mientras me besaba a la mitad mirando hacia arriba. Bella puta. Hermosa perra. Sumisa diva de manos grandes y furiosas. Nada de nuestros cuerpos quedó sin disfrutar. Y solo un día ya no estaba. Se retiraba en medio de mi rabia y cierto dolor. No fui el primero en su boca. No en su vagina. Sí en todo lo demás. Ella hizo de sus

La estrella que salva de las hormigas

Siento que me salvo de las hormigas [1] cuando pienso en ella. Por eso lo hago. Por eso quiero siempre en el día estar con ella. Es decir, no físicamente con ella. Pero con ella. Caminando sobre la piel y el pelo. Espero ser salvado. Es una estrella de tres nombres. Luz que envuelve el mundo. Piel que huele tan rico como el lugar donde nació. Ella hace hermoso el espacio. Feliz me siento. Nada es pasajero. Es eterno. Viajando años tras el origen de sus nombres y el largo de su pelo. Pequeña y brillante. Diamante. Estrella. La veo desde la cama y el ventanal. Sobre la cama junto al ventanal. Apretando con sus manos mi espalda. Solo ella y yo en ese lugar. Viéndola de noche en secreto. Hasta que avance el tiempo. Hasta que una urbe se pueda enterar. Dientes contra labios. Manos en la piel más arriba del estómago. Ella sobre mí. Meciéndose. Mirando hacia abajo. Yo hacia arriba. Disfrutando de su olor en la nariz y la boca.   [1] Hormi

Estrella de tres palabras

Andaba por los aires. Se posó como una extraterrestre. Se sentó junto a la ventana. Miró afuera y habló con naturalidad. Olía hermoso. Lucía preciosa. Sentada derecha observaba moverse el mar. Dispuesta a la admiración. Hizo gala de su vida. De su personalidad. De su inteligencia. Linda. Deseada fuerza que abre la alegría de las mañanas venideras. Irónica y persistente. Esmerada. Todo en ella es certero. Nunca se equivoca. Nada olvida. Si no existe lo busca y se lo apropia. Es clever . Precisa. Más linda que una flor tras el brillo del sol. Una sutil alegoría de historias disfuncionales transformadas en color. En música. En humos contraculturales que indagan en la libertad. Su libertad y su existencia.   Todo lo que hace porta la atención y las miradas. Su crecimiento ha sido blanco de la ansiedad. Punto de sueños. Destino de plegarias libidinosas y sentimentales. Nunca estuvo tan cerca. Tan observada como mujer más que niña mimada. Rodeada por fantasías. Por ilusion

Mensaje de antaño

En el peor de sus años. Desde 1808 todo había cambiado. Había empeorado. Su no fuese por su rostro. Su olor y la inmensidad de su personalidad, no habría existido. No hubiese estado presente ahí. Hoy terminando 1813 algo ha variado. Nada nuevo comenzó. Solo una puerta más se abrió. Nada extraño. Lo desconocido no es ni malo ni raro. Afuera solo viento y desierto. Estaba sentado en la oficina de siempre. Bajo luz de vela con ese sonido natural de cera caída por un sendero. Que irrita. Que descompone. Un espacio blanco sin concepto. Mal construido. Hecho sin pasión. Sentado estaba en la silla de siempre sobre la alfombra sucia. Llena de pelos de hombres y mujeres enrollados como una basura. Miraba la ventana. Atento estaba malgastando sus ojos. Cayendo enfermo por el brillo de la luz. La del techo, la vela y un madero encendedor. Apestado. Solo por fuera y por dentro. Esperando por comer y porque no duela su cabeza. Una lata cotidiana para la producción social.

Gloriosa algarabía

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  Desorden social. Urbe sedienta. Animal. Grasosa de risas. Cabezas secas. Peladas de vida. Ubicadas en rincones sin moral. Con alegría. Con la postura natural. Esa que avanza descontrolada. Que se expresa con dificultad. Con lienzos. Con palabras pintadas de sueños y denuncias. Algarabía viajera. Asoleada y asolada. Por guerras, sismos y bonazas. Con arquitectura noble y hermosa. Pasos nivel. Pasos de personas de toda procedencia y etnia. Cosmopolitas. Cosmopolita forma de vida. De instalar identidad. Pertenencia. Una existencia. Deplorable. Miserable. Aguerrida. Ruidoso contexto. Espacio blanco, celeste, café. Lleno. Atestado. Mojado y grotesco. Real y mágico. Más latino que letras de Galeano. Latino medular. Bananero y tercermundista. Bello. Barrial. Urbano/deportivo. Tremendamente mal planificado. En medio de arreglos sin terminar. En medio de límites poco claros. Entre resiente y persistente historia marcial. Arbitraria. Central y centralizada. Puro tesoro.

Oración

Una salida honrosa a todo lo que pudo ser. Una de las alternativas. La total locura, la muerte o la correcta. La tranquilidad. La correcta. La cobarde y estructurada. La que por buena se salva. La malvada, pero señera. Por simple y por real. Quedarse atornillado. Que no cambie el clima, la vista y la ventana. Con alguna poca excusa. Con vergüenza. Con la lata. Con miseria de no arribar fuerte a otra opción desplegada. Pidiendo sin ir. Pasivamente mirando atardeceres, mañanas, rostro, paredes sucias en los rincones y mar que no deja de sonar. Que lo hace idóneo. En este contexto, ¡una certeza gloriosa por natural! El arraigo a algo que sea vida. La única ahora. Buscando la correcta. No enfermar, controlar, respirar. Hacer en rápido tiempo una nobleza. Un acto sublime. Fundacional.