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Mostrando entradas de febrero, 2016

Carta de miedo

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La Tierra, verano de un año indeterminado. Quién soy para decir que no existan los miedos. Cómo podré decir que no asustes a tu corazón, amor. Yo que he sido prófugo de las perturbaciones, de las dudas, de los desaciertos. Que he pasado décadas de escondites y atrevimientos. Cómo podría sino entender esa tenue desazón, la inseguridad que ataca por dentro. Fueron largos y turbulentos caminos, senderos de insospechada realidad. Hoy los pasos son tiernos, tranquilos como la arena, calmos como el fuego. Pasos que transitan sobre el mar y rompen los miedos. Caídas indefensas en medio de vacíos que se aceptan con respeto. Desplomes de alegría, el honor de aterrizar donde sea que llevó el viento. Debiesen rondar vacilaciones, sí, tal vez es cierto. Pero no las encuentro. No ahora, no aquí, no en este momento. Es un progreso. Es un respiro más largo y certero. Una integración real y azarosa que se gesta bajo el Sol sobre dos grandes cerebros, un par de corazones, dos cuerpos. El tuyo

Ride (2014)

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Helen Hunt Hay un momento en la vida en que las madres creen que ser dueñas de sus hijos. Imponen su forma de ser. Han planificado sin preguntar, han construido sin esperar a saber qué deseos se forjan en esa otra vida. Hay un momento en la vida donde un hijo se harta de ser dirigido, de ser orientado, acomodado. Hay un momento en que tanto control y tanta personalidad maternal aterran, molestan y sucumben. Más que unir, separa. Más que cuidar, hieren. Más que querer, obligan, demandan, lo hacen mal. Jackie (Helen Hunt) es una abnegada madre inteligente y capaz. Ha logrado equiparar su trabajo de escritora con una maternidad sólida y disciplinada. Lleva una relación directa y unida con su hijo Angelo (Brenton Thwaites), a quien ha criado para ser también un escritor. Son amigos, cómplices, pareja. Una relación de códigos específicos y formas de interacción tan profundas y tenebrosas que solo una madre soltera y su hijo pueden lograr. Jackie es separada y vive en New York. El

Red-acción co-bar-de

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Febrero 02 de 1992, San Pedro, 5ta Región Hubo, como tantos otros, un día en que salió de un bar. Un espacio atestado de sudor, humo y desazón. Solo, solo en su noche, solo en su vida, solo caminando luego de haber bebido solo o tal vez acompañado. Pero ahí estaba detenido en calles inhabitadas. Observando con nostalgia, pena y rabia, los horrendos colores de la ciudad. Sintió que era como la basura de las esquinas. Como el hedor pestilente del meado de perros, gatos y humanos. Se transformó en vereda, en hollín de pared, en ojeras. Miró por última vez al piso. No respiró más. Apretó en su mano una hoja de papel: Me da miedo escribir todo y hasta las últimas consecuencias. Un amigo me dijo que debía hacer eso si quería ser escritor. ¿Quiero? ¿Y qué puedo decir de la vida? Es una mierda. A veces es bonita. ¿Cómo voy escribir todo? ¿Todo? ¿Qué hago con el pudor, los complejos, la vergüenza? ¿O con la rabia, la maldad, la culpa? ¿O con cualquier evento o pensamiento que