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Mostrando entradas de julio, 2018

Con-fort

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Nota algo, cae, se da cuenta. Leyendo eso de Fuguet, en ese libro Tránsitos, cuando declara que es capaz de dejar su propia vida por la de un personaje, se da cuenta de una cosa: nunca ha dejado su vida de lado para hacer algo. Nunca ha dejado su vida por nadie. Siempre ha tenido su vida de lado. Siempre la ha tenido en cuenta, en prioridad, en estabilidad; conformidad, en realidad. No es que deifique al escritor, más allá de la admiración que le tiene, solo nota que, por un lado, su vida personal requiere un cambio y, por otro, el arte es universal. Al final no importa que Fuguet escriba, sino de lo que escribe, no importa siquiera que sea escritor, sino que se da cuenta ; como lo han hecho músicos, poetas y otros también. Quienes perduran o se matan, algunos temprano, otros después. Es bueno que Fuguet no se haya suicidado –piensa. Lo respeta por eso, así como a Roger Waters, por ejemplo. No es que no respete a Cobain, Ricky Espinosa, Violeta Parra, Pizarnik o Andrés Cai

Tránsito

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Cuarenta en la cabeza es acaso una edad social, una especie de era sedimentada en unas conciente e inconciente educación. Cumplo años biológicos en un calendario gregoriano que determina mi paso existencial en un estado-nación.   Tener problemas o hacer las cosas, cuando era adolescente y joven, pasaba a ser una diversión, una especie de vida con contenido, algo que contar, algo con qué amargarme en los carretes y mostrarme deprimido e ido en una vida de mierda, lo que al final daba popularidad y provocaba interés en les demás. Y he ahí que aún se deambula en una respuesta, cuya búsqueda parece ser un eterno tiempo presente, lo que hace a la vida perfecta y, a la vez, muy alejada de un modelo económico y social. ¡¿Qué mierda?! ¿Acaso vivir es intentar ser quien no eres; o dejar de ser quien eres; o buscar ser alguien que no eres; o ser y no darte cuenta quién eres; o deconstruirte; o construirte un futuro, exitoso ojalá; o expulsar las enseñanzas de tus padre

Citas

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Douglas Coupland Nadie tiene cuarenta en su cabeza. Cuando se trata de tu edad interna (…). En mi mente, siempre tengo treinta y dos. Y luego me sentí triste porque me di cuenta de que una vez que las personas se ven quebrantadas de alguna manera, no pueden ser reparadas, y esto es algo que nadie les cuenta cuando son jóvenes y nunca deja de sorprenderlos a medida que envejecen y ven cómo las personas en su vida se rompen una por una. Te preguntas cuándo será tu turno o si ya ha sucedido. Cuando eres joven, siempre sientes que la vida aún no ha comenzado, que la "vida" siempre está programada para comenzar la próxima semana, el mes que viene, el próximo año, después de las vacaciones, cuando sea. Pero de repente eres viejo y la vida programada no llegó. Te encuentras preguntando: Bueno, entonces, ¿qué era exactamente lo que estaba teniendo? ¿Ese interludio? (…) ¿Todo ese tiempo que tuve antes? (…) envejecemos. Antes de darnos cuenta, ha pasado demasi