Expulsiones
Si bien escribo seguido, no siempre lo hago con todo el corazón. No lo hago por temor, por supuesto, me da miedo perderlo para siempre o enfermar de la razón. Creo que solo una vez he llorado de tal manera que explotaban las lágrimas y el llanto salía a gritos. Fue cuando decidí conocer a mi hija y para eso tuve que comunicarme con su mamá y su familia. Ese hecho me llevó a sacar memorias bloqueadas, instantes borrados a la fuerza, rememorar todo aquello que había desechado. Hasta ese momento creí que era un hombre fuerte. Después de eso me di cuenta de lo incompleto que estaba. Qué dolor, qué manera de doler el pecho y la garganta. Lloraba para tener alivio, no tanto por la pena. Era algo extraño, como que vomitaba el sollozo, salía expulsado sin que pudiera evitarlo. Tuve que ceder, entregarme a ese momento y ser la persona más triste en la tierra. Merecidamente. Es una mezcla de culpa, pena, dolor, rabia, impotencia, confusión, soledad, tensión y cobardía. Todo lo peor que puedes gu