Cruel pretérito
En un camino nunca han de acabarse piedras y vientos y arenas y fuegos, menos brazas y mareas que sortear. Pero duelen las metas que no se vieron al horizonte. Y más duele aún creer que la historia tenía para ti más momentos de felicidad. Duele que de a poco cada luz se apague lenta y suave. Que ya nadie crezca contigo y los que lo hicieron ahora duermen bajo otros techos. Pero cómo había de saberlo en ese entonces. De haber adivinado hubiese elegido su largo pelo y ese amor lento que por mí construyó. Nunca hubiese sicariado nuestra inmortalidad. Y antes de eso debí pelear por lo que mío era y hoy creo que es. Han pasado más de los años que se pueden recordar. Y al destaparse el alma se descubre que ningún respiro se había agotado y todo aroma permanecía allí. Duele cuando el cuerpo se siente así. Duele aún más cuando la moral te fabrica como un adulto y grande. Y ahora pregunto en qué estaba pensando en esas noches y esos días de vertiginosa pena y desilusión. Ahora recrimino no habe