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Mostrando entradas de agosto, 2009

Antipoeta

Carta de ciudad

Vida real II

Dijo que la vida es una línea. Una línea que para conmensurar debemos su medio captar y situarnos sobre su loza. Luego extender hacia nuestra medida grande e imaginar aquello más inmenso que puedas proyectar. Dijo que buscó lo más grande hasta que no lo hubo más. Y luego se dirigió hacia el otro extremo de la línea. Dijo ir hacia lo más pequeño, lo diminuto de aquello que es ya imperceptible a los ojos de la humana especie. Y entonces una vez recorrido ambos extremos de esa línea dijo haber sido informado que debía continuar caminando más allá de lo que no pudiera ver y no pudiera existir. Dijo que le dieron a optar según su propia voluntad y convicción cuál de ambos extremos caminaría primero. Dijo estar conciente que quizá optar por uno lo llevaría a eternamente desconocer el otro. El otro extremo. De la línea. La vida. Si optaba por ver grandes dimensiones no conocería aquellas más pequeñas. Si optaba por las pequeñas, las grandes no vería. Dijo él que pensaba. Dijo entonces –fue lo

Vida real

Asevera e ironiza. Hazlo más fácil para que luego tu diminuta mente pueda verificarlo. Asevera entonces de cuando caminas y piensas que antes eras libre, piensas que mirando ciertos colores en el cielo y sentir algo agradable en aquello que llaman alma estás de verdad en un sacro y, a la vez, eficiente sendero hacia una especie indescifrable de eso que dicen es el concepto de vida. Desprende de la incomodidad. De que hoy no es un buen día. Que sientes medio turbada la existencia y que realizas cosas para participar. Nada haces. Tienes juicio en tu sabia moral; siempre has querido estar al tanto de algo que dentro tus oídos se enteran y nunca has podido interpretar. Y no quisieras sólo creer en ello, sino que aspiraras verlo, ambicionaras estudiarlo y aprehenderlo, pero que incluso igual te invente respirar como lo hacen los humanos cuando en algo desarrollan eso que denominan fe. Ésta es sin duda urbana. Ésta es un reflejo de que no coexisten el verde bosque de la hermandad y las aluci

También una de-claración

Fácil no es dejar que las tapas del escritorio de las ansias, el deseo, los lamentos y los sueños quede impregnado de su alegre aroma de niña desprendida. Para los respiros son partículas de un perfume deseado y poderoso. Para un corazón es la colisión de la ironía sobre la tierna realidad del amor. Y no puede negarse que cautiva. Que envuelve y que no se deja olvidar. Y la realidad se oculta en la pérdida del ego y en la declaración que no debe ser vista en los cielos de la ciudad. Ocultar quema los huesos y corroe la imaginación. Y un silencio obligado se apodera de la sensata actitud de proteger la norma y cuidar de una familia. Irreprochable actuación que nadie se atrevería siquiera a refutar. Pero he aquí que los decibeles de las letras se apoderan de una íntima saturación de la verdad inconclusa. Palabra esquiva y de cristal que no se debe des-abrigar. Y lo dicho quisiera ser más real. Más un grito que una estética escena o pieza de falsa alegría. Pues lo cierto es que la extraño