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Mostrando entradas de enero, 2010

Apuntar sospecha

Es cierto. Esperaba casi en súplica una pizca de atención. Y cuando ésta se da te pone algo contento. Pero más feliz sería hacer lo que quieras sin esperar. Si aspiraras a lo que sea que resultase del deseo de algo querer hacer. Y que en verdad realizases. He oído decir de aquello que es ego, un varonil e histórico ego. He oído decir que surge de la inseguridad. Me parece que algo tiene de verosímil. Es decir, que esa alegría sea una real bondad. He callado el celo que corrió en las venas. Más bien cierta rabia de no ser todo para su caminar. Y chocan y se contraen en el espacio la extraña y no tan real virtud de incomodarte con lo que pueda hacer en un día, cualquier día; con la verosímil, vergonzosa, absoluta sensación de callar. No objetivar al aire y sus ojos que muestras debilidad cuando dices lo más simple y primario que tienes. El sentido más básico de una existencia más. La verdad es que hay sangre en las venas. Y que ésta se calienta. Entonces es cierto eso de no querer

Faltos de amor

Alejados bajo el mismo cielo que los cobija en un extraño planeta. Distancias medidas por la cartesiana pertenencia de la sabiduría. Distancia que no mitiga su deseo de juntos estar amparados bajo una sensación de amor esquivo e inverosímilmente real. Tanta felicidad parece mentira. Pero tanta soledad también ha de ser parte de una vida que no es nuestra. Si la mente describe así su mundo y el mío, si sus letras inspiran las mías y viceversa, entonces la irreal trascendencia de la felicidad puede incluso durar un solo día. Sólo un día donde la existencia viva plena. Sólo un instante de tierna y pasional alegría que merecen dos distanciados de los moldes del planeta tierra. Su corazón se parte en pedazos y el mío parece reconstruirse en esporádicas diversiones. Si el mar, las estrellas y las puestas de sol lo permiten, yo quisiera ver un día sus ojos brillando de aquella esperanza que bien sabe ella no verá realizar. Espero que su cuerpo acepte la necesaria calma de sentir que bajo su

Cototo

Fue cuando aprendí que la espalda podía sentir. Extraño su línea en los ojos y la forma de cuidarnos.

Humana propiedad. Privada pertenencia

Y qué tal si así fuera. Que nada de lo que hacen quienes tú quieres lo puedas saber. Y así debe ser mi padre enseñó. Que nada de lo que los otros hacen pueda importarte, pues nada sabes de lo que ellos quieran hacer. Y la manipulación de la humana propiedad privada come de tus vísceras cuando todo quisieras saberlo, incluso la dirección de los ojos o hacia donde gira su mente cuando deja de pensar en ti. Pero eso no lo puedes hacer. Eso no puede pasar. A veces la moral tanto más cotidiana que educativa trae tu cuerpo de vuelta a las mazmorras de la urbe y al molesto calor que emerge de sus calles. Y esa humana privada propiedad que en tu mente se forja tienta al deseo de todo querer saber de algunos que tú quieres. Eso no debe pasar. Aunque la vergüenza de una noticia siempre hable a tu oído protestando por tu inocente estupidez. Incluso eso no debe pasar. Nada debe importar aunque parte de tu cuerpo o tu vida o tu ser quieran sí pertenecer al espacio tras las rejas que dejó la const

Circo… Circo

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Nada que recordar bajo el circo de ácidas sustancias. Esa carpa de colores confusos. Han pasado corazones confundidos y destrozados. Casi gateando en la urbe llevando dolor en su pelaje y color. Esa ausencia se hace fuerte en la compañía de los placebos femeninos que abren algunas mañanas de respiración.  Y han pasado pasos de planetas extraños. Y otros que sólo quieren la tierra habitar y nada más para pensar. Deseos de masas incorporadas desde la audiencia y la economía hacen que cada piel de extranjero descalzo se sienta incómoda con la danza funcional.  Entonces todo es circo que pasa por tu piel hasta que esta se descomponga. Y así la ironía más aprendida gana terreno sobre la nostálgica y malentendida verdad.  Aquí nadie sabe vivir en un terreno que no es propio. Y en ese cúmulo de desagrados sólo una tierna y suave boca puede hacer que cierta felicidad descanse en tus ojos… nada más… nada más que eso... en este circo. El miedo se ha impuesto. Ha sido vencedor en una é