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Mostrando entradas de octubre, 2010

Perdidas esas quimeras

Progreso ha sido el viento del olvido. Ha llevado consigo las imágenes de los sueños. Los sueños bajo el peso enorme que representa echarse a dormir. Los aromas y la música de un sueño o una percepción casi siendo real de personajes, personas, rostros, amistades, individuos, sucesos, lugares. No se oye hoy ningún diálogo premonitorio. Menos la objetivación de emoción. No hay recuerdo. No hay certeza en las mañanas bajo cualquier casa. Sin importar si alguna es un hogar. Dormir es desde cierto origen un martirio. Pues se compara con vida pasada por la historia. Donde existió frescura, donde hubo liviandad al descansar. Los sueños antes de apagar la vida se hacían reales luego de aparecer en las sombras y en el patio de las neuronas. Había pleno dominio de los tiempos y destinos del sueño de turno. Podíase salir de él y luego volver a entrar. Nunca una barrera invisible. Nunca falta de fuerza o energía. Recordando cada imagen, cada olor apenas iniciaba una mañana. Incluso hubo filmes de

Algo de paternidad

Parece simple ahora Caminado bajo pasos ya entrados en edad Simple se percibe ser como un padre de cachorros Avanzando hacia un lugar con una cola de miradas Llevando a todos mediante uno a beber, pero en medio de una ciudad Un ser que cuida ha de ser como una persona que sigue siendo la misma Pero con las repercusiones de un cometa Con la estela del viaje por eso que es el tiempo y aquello que es el espacio Sobre la urbana humanidad No siempre simple fue Un peso corporal es en años más jóvenes Una contorsión de ingratitud en el estómago Como una postura para aguantar un golpe La canción de cuna y dolor en la mente de la humana adolescencia Tanto más por la ausencia que por la etapa vital Y escapar de cualquier trozo de roca fue la idea Esquivar la afrenta social y familiar asentada en la ciudad Pero viviendo en ella con la mente en las irónicas alturas Estancias objetivas estas últimas, claro está Pero de vaga legitimidad oficial

La excusa

La única actividad que no incomoda parte del cuerpo La mágica e idónea de las escenas Izando pensamientos humeantes al espacio de las paredes en la apacible estancia del anonimato y los sueños rotos Haciendo de la vida un trozo de letra Llevando lo más trascendente al más de los intrascendentes actos Una ironía. ¿Cómo si algo no lo fuese? Sentado y letreando Pensando en que algo de esto pueda perdurar Utilizando las letras como excusa de bienestar Todo pretexto siempre tuvo de base la irreverencia La ironía posase como luego de una ducha Feliz en la cálida cama luego de jugar Cándida al pertenecer a una vida perezosa Que no camina Que no busca con la fuerza brutal que las capas del destino necesitan Y entonces se queda como en casa Destruyendo para luego reparar Sin viajar en la vida Sin recorrer como lo hace el clima Sólo esperando que algo deba pasar

Pretensión de salto

Si de caer se trata, he caído. Paseado por las cavernas y calles de la maldad. Constituyendo atrocidades y enarbolando vergüenzas. Como en una avenida oscura poblada de los que no duermen en una ciudad. Sin sentido y extraviado. Ido en empíricas instancias de extraña velocidad y espuria certeza. Las he visto en sus paredes que las encierran. He visto los ojos de la libidinosa mala intención de la bondad. De la dadivosidad. Los reconozco ocultos bajo trazos de calculado cemento. En medio de recovecos malolientes de la noche. Cerca del mar; pero sin oír las olas. Bajo sombra y deplorable conducta. Queriendo camuflar el racional acto de no admitir la cobardía y el retraimiento. La más vulgar de las vulgaridades de la histórica urbanidad. He dejado en las dimensiones del limbo y el nirvana. Respiros novatos cuyas células no vieron luz. Almas elaboradas y descartadas en livianas contertulias; y hasta con inesperada destreza, previo al destrozo de la humanidad. He visto los ojos que aún no
(…) La nebulosa de la angustia pasa como un río Y me arrastra según la ley de las atracciones. La nebulosa en olores solidificada huye de su propia soledad Siento un telescopio que me apunta como un revólver La cola de cometa me azota el rostro y pasa relleno de eternidad Buscando infatigable un lago quieto en donde refrescar su tarea ineludible. Altazor morirás. Se secará tú voz y serás invisible La tierra seguirá girando sobre su órbita precisa Temerosa de un traspié como el equilibrista sobre el alambre que ata las miradas de pavor En vano buscas ojo enloquecido No hay puerta de salida y el viento desplaza los planetas. Piensas que no importa caer eternamente si logras escapar. ¿No ves que vas cayendo ya? Limpia tu cabeza de prejuicio y moral. Y si queriendo alzarte nada has alcanzado Déjate caer sin parar tu caída sin miedo al fondo de la sombra Sin miedo al enigma de ti mismo Acaso encuentren una luz sin noche Perdida en las grietas de los precipicios. Cae Cae

La inflexión

Episodio dichoso. Culmine punto de un proceso que no cayó en la displicencia. Sí en las dudas y en la afrenta temible de emprender una vida bajo la compañía de un corazón con féminas caderas y suave existencia. Sucedió que fui por ella. A su lugar de trabajo. A su hora de salida. A buscarla para llevarla a su cama. Para aspirar de su aroma. Llevarla conmigo luego de saciar de su piel. Así siempre lo fue. Toda sed acumulada de meses o semanas lo apaciguó con sorbos desde mi cuerpo. O yo desde el suyo. Una dependencia escurridiza que ocultó su sublime rostro y supo cuidarse entre las paredes vulgares de la urbe. Por cerca de un año de vida. Bajo sucesivas salidas de luna llena. Todo un ciclo animal. Una danza de aromas y líquidos untados de ternura. Protegidos en el cubil que formaron los cuerpos. El fin de mi deseo estaba en abrazarla. Hacer de su espalda una sola existencia con mis brazos. Llenarme de sí para la sobrevivencia. Yendo a su vida con la intermitencia que permite sólo un