La libertad
Un baño de libertad. Una erupción del alma que vuela vacilante en la urbe de la moral. Una bendita alegoría. Una manifestación. La bella konciencia okulta que no se apaga. Que golpea hasta emerger para salvar a la ciudad. Avanza eterna, lenta y confundida. A golpes y caídas personales entre medialunas de ñoños y juiciosos. Reconoce ella La Magna Libertad que sede en su camino asfaltado hacia la muerte. Que a ratos prefiere huir y mezclarse en la jauría. Aspirar incluso al logro material. Mas no por vocación alguna, sino por ahorro de energía. Pero así choca y se estrella. Y el cuerpo reclama sanidad. Una bifurcación alterna reñida con la moral y a veces con la justicia. Una súplica más antigua que los días de escuela. La necesaria pertenencia al reino de verdad. La libertad acelera su paso. Llega a golpear las puertas luego de aplastar personas. Corre, salta y aporrea. De tener armas vendría a matar. A eliminar la vida de los que no cuestionan. De los que afirman y enjuician desde su n