El extenso vacío
Siendo así no nacemos para tener certezas. Cada duda aflora desde temprana edad. Hubo causas. Sentir que algo se vino a cumplir. Mas han pasado largos años. Y aún no es claro qué se debe hacer. Todo es participación inerte. Mover los pies en calles hechas mucho atrás. No saber nada de quienes en ellas habitan. Saludar sin hablar. Sonreír solo a mujeres por el perfume que las abraza. Afrentar la mirada de un igual. No botar miedo. Pelear. Vivir no es lo deseado. O sus formas no se hubiesen aceptado. Quien instruye asimila incluso un origen ya errado. Algo así como nacer mal. O venir fallado. –Si éste ya viene chueco- se oye decir. Y entonces se apresta a enderezar. A romper el propio ritmo e imponer un adaptado. ¡Nunca ha sido dejado un cuerpo al magno vacío! Desde su llegada es deportado. Apretujado en el cubo de risas y moral. Determinadamente encausado. Cortésmente esclavizado. Puesto en juicio toda vez que aflora una verdad. Un pie derecho es un pie uniformado. Una espalda enc