La llegada
Fue un proceso. Una cruzada. La más extraña de las fechas esperadas y ahora abandonada a la pérdida de su certeza. Un cambio de hogar matutino con ventanas y viento. Como la emergencia de un secreto a través de las cortinas. Fue un gran momento. Ofensiva de inercia. Movimiento urbano que altera a lo menos una pizca de estética. Que no juega a sanar la resaca de gemidos. Sino más bien anestesia el arribo de la muerte. Guarda la vida en bolsas. Como ermitaño. Las carga en carro por no tener escobillón. Se mueve. Camina. Va de una pieza a otra olvidando a su hija. No recuerda amor alguno. Solo un espacio propio que encontrar. Y ahí está la navidad soñada. La maduración de la objetividad orgánica. Un ajetreo de bestias bajo mercado de compra y venta. Donde urge no saber jugar si de pronto quieres que funcione la cabeza. Por lo menos que permita reorientar la conciencia. Bajo nubes esclavas del sol cuerpos extraños se mueven sobre la arena. Se besan y se amparan. Mean su presa.